𝕰𝖒𝖒𝖊𝖙 𝖈𝖚𝖑𝖑𝖊𝖓

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ECOS DE UN AMOR INMORTAL
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Emmett Cullen, el vampiro con el corazón más grande de la familia, caminaba por los bosques de Forks, sumido en sus pensamientos. La eternidad le había brindado innumerables experiencias, pero ninguna como la que estaba a punto de vivir.

Una tarde lluviosa, Evolet, una joven humana de ojos avellana y risa contagiosa, tropezó con Emmett mientras él cazaba. Desde ese momento, algo cambió en ambos.

—¿Te has perdido, pequeña? —Emmett sonrió, sus ojos dorados centelleando con curiosidad.

—No exactamente. Más bien, creo que he encontrado algo que estaba buscando. —Evolet devolvió la sonrisa, ajena al mundo sobrenatural al que acababa de entrar.

A lo largo de los días, Emmett y Evolet compartieron risas, secretos y miradas que trascendían el tiempo. Sin embargo, el amor entre un vampiro y una humana estaba destinado a enfrentar desafíos insuperables.

—Evolet, debes comprender que mi naturaleza es diferente. —Emmett, con voz grave, trató de alejarla—. No puedo ofrecerte el futuro que mereces.

—¿Qué es el futuro sino un concepto? ¿No deberíamos vivir el presente? —Evolet tocó su rostro pálido, desafiando el destino.

El romance floreció en la penumbra de la eternidad, con Evolet adentrándose en un mundo que desconocía. Juntos, exploraron la magia de lo imposible, cada día más enamorados, pero el destino les tenía preparada una tragedia inminente.

Un día, mientras cazaban juntos en el bosque, un grupo de vampiros hostiles se cruzó en su camino. La confrontación fue inevitable, y Evolet, indefensa, quedó atrapada en medio de la furia sobrenatural.

—Emmett, cuídate. —Evolet le apretó la mano, temiendo lo peor.

—No te preocupes, amor. —Emmett le besó la frente antes de lanzarse al combate.

El sonido de huesos quebrándose y colmillos chocando llenó el aire. Emmett luchó con la ferocidad de un león, pero la adversidad era abrumadora. Evolet, en el corazón de la tormenta, observaba con impotencia.

—Evolet, corre. —Emmett, malherido, le gritó mientras luchaba por mantenerse en pie.

—No puedo dejarte. —Evolet se acercó a él, pero un ataque sorpresa la arrojó a un lado.

Emmett, debilitado pero decidido, se enfrentó al líder de los vampiros hostiles. La batalla fue intensa, pero la diferencia de fuerza era innegable.

—Emmett... —Evolet, apenas consciente, murmuró su nombre.

En un último esfuerzo, Emmett derrotó al líder, pero la victoria llegó demasiado tarde. Evolet yacía en el suelo, su vida desvaneciéndose.

—No... no puedo perderte. —Emmett, desesperado, intentó detener la sangre que fluía de las heridas de Evolet.

—Te amo, Emmett. Siempre. —Evolet susurró con su último aliento, dejando un eco en el bosque silencioso.

La lluvia caía, mezclando las lágrimas de Emmett con las gotas que empapaban la tierra. El vampiro, roto por la pérdida, acunó el cuerpo inerte de Evolet en sus brazos, enfrentándose a la cruel realidad de un amor destinado a la tragedia.

En la quietud de la noche, Emmett susurró palabras de amor al viento, llevando consigo los ecos de un amor inmortal que se desvaneció demasiado pronto.

𝓞𝓷𝓮 𝓼𝓱𝓸𝓽 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora