Capítulo 15

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Hasta nueva orden suya, Blancanieves había suspendido todo lo relacionado con el Consejo Escolar porque se negaba rotundamente a convocar más reuniones con un director sustituto como era Giles Grimm: un rebel, republicano y ateo, lo peor que se podía ser del mundo. Pero la mujer más bella de todas no juzgaba a nadie, sin embargo, no iba a consentir que se inmiscuyera en algo que era suyo: ningún rebel iba a estar en su Consejo Escolar. Al instante de llegar a su bandeja de entrada, el correo de esa solicitud aceptada del Sombrerero Loco, pidió que viniera el Rolls-Royce a la puerta del palacio. Giles tenía suerte de que Ever After High se construyera en el siglo XVIII en el reino de Bella Beauty porque con una reina que permite a su hija criarse y rodearse de gente pobre, no se puede esperar mucho. Oh, si fuera en su reino, habría tenido aún más controlado a Milton y jamás se hubiera ido así sin más.

Cuando llegó a EAH, no espero ni dos segundos a que la gorda y fea de secretaria se levantara a decirle algo sobre el director. Abrió la puerta directa y como esperaba ahí estaba Giles con una sonrisa asquerosa en su rostro.

"¿Blancanieves, quieres tomar algo? Tenemos que brindar por el último miembro del Consejo Escolar" Le ofreció, tan feliz y sonriente.

No sabía que le daba más repulsión, si aquella sonrisa triunfadora mirándola o esa solicitud ilegítima hacía unas horas, pero ni siquiera podía forzar una pequeña sonrisa para él. Estaba muy enfadada. "Mejor vete a alcoholizarte con él a su cafetería de mala muerte porque no voy a permitir que entre a mi Consejo Escolar nunca, ningún rebel"

Se rio de sus palabras y de ella, faltándola tanto al respeto, sintió. "Pensabas que mi hermano viviría para siempre en tu reinado de tiranía sin abrir los ojos, pero lamento decirte que eso se acabó. Fue Milton quien me dijo que rellenara la solicitud del Sombrero Loco y la aceptara, junto a cualquier padre rebel que quiera entrar también"

Blancanieves ya no estaba enfadada, había pasado a un grado más, tenía ira. Su ritmo cardíaco había aumentado rápidamente, junto con su presión arterial, estaba muy tensa y sabía que se estaría enrojeciendo y parecería como un tomate por su pálida piel. Y eso estaría haciendo disfrutar mucho a Giles, no obstante, apenas estaba pensado en la satisfacción que le estaría produciendo, porque se controlaba de no comenzar a tirar y romper todo este despacho desde ese feo jarrón con rosas que tenía en la mesa a su esfera del mundo que era un minibar.

El Milton que conocía no podía haber hecho eso, no debía haber hecho eso, no tenía que haberle hecho eso a ella. Lo iba a pagar muy caro porque estaba ahí gracias a ella, que forzó al anterior director a ponerle de subdirector, y meses más tarde a marcharse lejos a base de trapos sucios que encontraron su servicio secreto. Sin ella, cómo un tonto profesor como él con una licenciatura de mierda de educación habría ascendido tan alto, tan rápido en tres años dando clase aquí.

"He hecho tantas donaciones a EAH, tanto tiempo he dedicado a que esta escuela no pierda su supremacía, aunque tenga tanta chusma, y mi siguiente objetivo va a ser no consentir que la conviertas tú en una república bananera"

"Mira en algo tienes razón, a pesar de la chusma pija, clasista y prejuiciosa que hay por los pasillos, sigue siendo una de las mejores escuelas" A partir de ahora, Milton y él se habían propuesto ser tolerancia cero a la desigualdad por origen diverso.

Llamarla chusma a ella y al grupo que mantenía con su dinero EAH fue lo que agotó su autocontrol e hizo que estampara contra el suelo ese feo jarrón, cayendo todas las rosas al frío suelo y se formara un gran charco de agua. Aquello fue lo primero y lo último que escucho y dejó que rompiera Baba Yaga antes de abrir el despacho del director.

"Eso no son formas su majestad, presidenta del CE y madre de una alumna. Le ruego que se marche inmediatamente, por favor. Esta conversación está terminada ya" Habló alto y claro la bruja mayor.

𝙳𝚒𝚎𝚌𝚒𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎 𝚊ñ𝚘𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora