Capítulo XVI

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Capítulo dieciséis

Taehyung

Mis ojos estaban llenos de lágrimas cuando entré a la oficina de Jungkook, sintiendo la necesidad abrumadora de su apoyo y cariño. Mi cuerpo, con cinco meses de embarazo, anhelaba mimos y atención de mi alfa. Sin embargo, la tensión en la oficina de Jungkook era palpable, con asuntos de la mafia que lo mantenían ocupado y estresado.

—Jungkook, necesito que me hagas unos masajes, por favor. Me duele mucho la espalda —murmuré, esperando encontrar consuelo en sus fuertes manos.

Él, sin levantar la vista de los documentos, respondió con firmeza.

—Taehyung, estoy ocupado en este momento. Puedes esperar.

Pero mi necesidad persistía, y mis súplicas continuaron.

—Por favor, solo unos minutos. Necesito tu ayuda.

Jungkook finalmente levantó la mirada, su expresión reflejaba la presión que sentía. Sin embargo, en lugar de comprender mi necesidad, su paciencia llegó a su límite.

—¡Basta, Taehyung! Estoy ocupado y no puedo ocuparme de ti en este momento.

Ante su tono autoritario, mis lágrimas escaparon, y mi rostro se llenó de tristeza y decepción. No esperaba su reacción tan brusca.

—¿Solo soy un estorbo en tu vida ocupada? —susurré, sintiendo la herida en mi corazón.

En un momento de frustración, Jungkook perdió el control y me abofeteó. El sonido resonó en la habitación, y quedé atónito por su reacción.

—¡Taehyung, no deberías haber insistido tanto! Tengo asuntos importantes que atender, y no puedo lidiar contigo todo el tiempo.

La lágrima que rodó por mi mejilla era un testimonio silencioso de la herida emocional que sentía. Salí de la oficina sin decir una palabra más, sintiendo el dolor de la bofetada y la herida en mi corazón.

Mientras caminaba por el pasillo, reflexioné sobre la complicación de nuestra relación en medio de la vida en la mafia. La necesidad de Jungkook de protegerme chocaba con mis propias necesidades emocionales. La barrera entre nosotros parecía cada vez más insuperable.

El cuarto estaba envuelto en un silencio incómodo mientras yo yacía en la cama, acariciando suavemente mi vientre abultado. Mi voz temblaba mientras le hablaba a nuestro bebé, tratando de calmarlo con palabras de amor y seguridad.

—Tu papá te quiere mucho, pequeño. Pero ahora mismo, está muy estresado con todos los asuntos de la mafia. Pero no te preocupes, todo estará bien.

Mis palabras se cortaron cuando la puerta se abrió, revelando la figura tensa de Jungkook. Su mirada penetrante recorrió la habitación antes de posarse en mí.

—Alfa... —murmuré con voz temblorosa, buscando su apoyo y comprensión.

Sin embargo, su respuesta fue fría y autoritaria.

—Cállate, Taehyung.

El nudo en mi garganta se hizo más grande, y las lágrimas amenazaron con caer. No entendía por qué su actitud había cambiado tanto. Me sumí en un silencio doloroso, dejando que la distancia emocional entre nosotros se expandiera aún más.

Jungkook salió de la habitación sin decir una palabra más, dejándome solo con mi dolor y la incertidumbre sobre el futuro de nuestra relación y la seguridad de nuestro bebé.













Las horas transcurrieron lentas y pesadas. Mis pensamientos estaban enredados con sentimientos de tristeza y desesperación. No podía entender por qué Jungkook se había vuelto tan distante y cruel. Mi corazón dolía por el bebé, que merecía todo el amor y la atención que Jungkook solía darme.

Sentí una pequeña patadita desde dentro de mi vientre, como si el bebé también sintiera mi tristeza y buscara consuelo. Decidí intentarlo una vez más, confiando en que Jungkook, a pesar de su estrés, pudiera encontrar un momento para nosotros.

Me levanté con dificultad y caminé hacia su oficina. Al abrir la puerta, encontré a Jungkook sumido en sus documentos, su rostro tenso y concentrado. Me acerqué con cautela, esperando no molestarlo.

—Jungkook... nuestro bebé se ha estado moviendo mucho y pensé que querrías sentirlo también —dije con voz suave, tratando de apelar a su amor paternal.

Jungkook levantó la mirada, sus ojos fríos y duros. Su mandíbula se tensó visiblemente.

—Taehyung, ¿cuántas veces tengo que decirte que estoy ocupado? —gruñó, sin un atisbo de la dulzura que solía mostrar.

Me acerqué un poco más, con la esperanza de suavizar su corazón.

—Por favor, solo un momento. Necesitamos tu apoyo.

Pero en lugar de ceder, su ira estalló.

—¡No lo entiendes, verdad! ¡Estoy hasta el cuello con problemas de la mafia y tú no paras de molestarme! —gritó, levantándose abruptamente de su silla.

Me quedé quieto, paralizado por su tono. Pero antes de que pudiera reaccionar, Jungkook se acercó y me abofeteó de nuevo. El golpe fue fuerte y me dejó atónito, el dolor físico palidecía en comparación con la herida emocional.

—¿Por qué no puedes ser más comprensivo? —susurré, las lágrimas fluyendo libremente por mis mejillas.

Jungkook me miró con una mezcla de frustración y desprecio.

—Eres una carga en este momento, Taehyung. No puedo lidiar con tus necesidades cuando tengo tanto en qué pensar.

Sentí que mi mundo se desmoronaba. No podía creer que el hombre que prometió protegerme y amarme me tratara de esta manera. Me quedé quieto, incapaz de moverme, mientras Jungkook volvía a su escritorio, ignorándome por completo.

—No lo entiendo... —murmuré para mí mismo, acariciando suavemente mi vientre—. Nuestro bebé merece algo mejor.

Con una tristeza aplastante, me di la vuelta y salí de la oficina, sintiendo como si cada paso fuera un esfuerzo monumental. Me dirigí al jardín de la mansión, buscando un poco de paz y consuelo entre las flores. Allí, me senté en un banco y cerré los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran libremente.

El viento soplaba suavemente, susurrando promesas de un futuro mejor. Traté de aferrarme a esas promesas, aunque cada vez me parecía más difícil creer en ellas. Mientras acariciaba mi vientre, prometí que haría todo lo posible por darle a nuestro bebé el amor y la seguridad que necesitaba, incluso si eso significaba enfrentarme a un futuro incierto y solitario.

Sálvame (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora