Capítulo XXVIII

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Capítulo veintiocho

Pasaron dos semanas desde el nacimiento del bebé. La recuperación de Taehyung había sido lenta, pero cada día se sentía un poco más fuerte gracias al amor por su hijo. Sin embargo, su vida estaba lejos de ser perfecta. Jungkook, aunque había estado a su lado durante el parto, se había vuelto cada vez más ausente. Asuntos urgentes y responsabilidades habían reclamado su tiempo, dejándolo pocas veces en casa.

Taehyung, solo con su bebé la mayoría del tiempo, encontraba consuelo en los momentos tranquilos que compartían. Cada sonrisa, cada balbuceo de su hijo, era una luz en medio de la creciente oscuridad de su soledad.

Un día, sintiendo la necesidad de hablar con Jungkook y de que su hijo tuviera más tiempo con su padre, Taehyung se armó de valor y se dirigió a la oficina de Jungkook con el bebé en brazos. La puerta de la oficina estaba entreabierta, y al asomarse, Taehyung vio a Jungkook inmerso en montones de documentos y llamadas telefónicas. Tomando aire, tocó suavemente la puerta antes de entrar.

—Jungkook, quería que vieras al bebé —dijo Taehyung con una mezcla de timidez y esperanza.

Jungkook levantó la vista brevemente, su expresión tensa y cansada.

—Ahora no es buen momento, Tae. Estoy muy ocupado —respondió, sin apartar la vista de los documentos frente a él.

El bebé, ajeno a la tensión en el aire, comenzó a llorar suavemente. Jungkook, visiblemente irritado por el sonido, levantó la voz.

—¡Cállalo, Tae! ¿No ves que estoy ocupado? —gritó, sus palabras llenas de impaciencia.

El corazón de Taehyung se encogió ante el tono de Jungkook. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió rápidamente de la oficina, con el bebé llorando en sus brazos. Cerró la puerta con cuidado detrás de él y se dirigió a la habitación, tratando de calmar a su hijo con suaves susurros y caricias.

Una vez en la privacidad de su habitación, se sentó en la cama y comenzó a amamantar al bebé, tratando de reconfortarlo y a sí mismo. Mientras su hijo se alimentaba, Taehyung no pudo evitar que su mente vagara hacia pensamientos oscuros y dolorosos.

¿Cómo había llegado a esto? A punto de cumplir 19 años, con un bebé en brazos y sintiéndose atrapado en una vida que parecía cada vez más una prisión. Nunca había tenido la oportunidad de estudiar, de perseguir sus propios sueños. Su relación con Jungkook, aunque llena de momentos de amor y pasión, se había vuelto una carga pesada con la diferencia de edad y las expectativas que le imponían.

Jungkook tenía 29 años, una década completa más de experiencia y control sobre su vida. Para Taehyung, esa brecha se sentía cada vez más como un abismo insalvable. Se sentía pequeño, indefenso y, en muchos sentidos, como un esclavo de las circunstancias.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas mientras miraba a su hijo. ¿Era esta la vida que había imaginado para ellos? La soledad y la desesperación eran como un peso constante sobre sus hombros. A pesar del amor que sentía por Jungkook, la realidad de su situación era abrumadora.

El bebé, habiendo terminado de alimentarse, se quedó dormido en sus brazos. Taehyung lo acomodó cuidadosamente en su cuna y se dejó caer en la cama, agotado emocionalmente. Cerró los ojos, dejando que las lágrimas continuaran fluyendo libremente.

Mientras la noche caía, Taehyung se quedó mirando el techo, reflexionando sobre su vida y sus decisiones. La diferencia de edad, la falta de educación, la sensación de estar atrapado... todo se acumulaba en su mente. ¿Era esto lo que el destino le había deparado? ¿Sería siempre así?

El silencio de la noche solo era interrumpido por el suave respirar del bebé, y Taehyung se sentía más solo que nunca. Sabía que algo tenía que cambiar, pero no sabía cómo. La idea de confrontar a Jungkook y exigir más respeto y comprensión era aterradora, pero quizás era necesaria para salvar lo que quedaba de su relación y su propia dignidad.

Sálvame (Kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora