Capítulo treinta
Jungkook había estado observando a Taehyung desde el rincón de la habitación, su mirada oscura evaluando cada movimiento. Esa noche, después de una cena silenciosa, decidió que quería un poco de intimidad.
—Tae, ven conmigo a la bañera —dijo Jungkook, su voz más suave de lo habitual pero con una firmeza inconfundible.
Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sin protestar, obedeció y siguió a Jungkook hasta el baño. La bañera ya estaba llena de agua tibia, el vapor creando una atmósfera casi etérea en la habitación. Taehyung se desnudó lentamente, sus movimientos torpes y nerviosos. Entró en la bañera, sintiendo cómo el agua caliente envolvía su cuerpo adolorido.
Jungkook lo siguió, deslizando su musculoso cuerpo en el agua junto a Taehyung. Durante un momento, el silencio se mantuvo entre ellos, roto solo por el suave chapoteo del agua. Jungkook extendió la mano y acarició la mejilla de Taehyung, obligándolo a mirarlo a los ojos.
—Estás tan delgado, Tae —comentó Jungkook, su voz llena de una preocupación inusual.
Taehyung no respondió, su mirada se desvió hacia el agua. Jungkook tomó una esponja y comenzó a lavarlo con movimientos lentos y cuidadosos. Mientras lo hacía, sus ojos se posaron en las marcas en la piel de Taehyung, los rastros de las palizas anteriores aún visibles.
—Mis manos han dejado estas marcas en ti —murmuró Jungkook, su tono lleno de algo que Taehyung no pudo identificar del todo. ¿Era culpa? ¿Remordimiento? Era difícil de decir.
Taehyung cerró los ojos, tratando de ignorar la mezcla de sensaciones que lo abrumaban: el calor del agua, el toque de Jungkook, y la mezcla de miedo y tristeza que siempre lo acompañaba.
—Jungkook... —comenzó Taehyung, pero su voz se quebró.
Jungkook dejó la esponja a un lado y lo atrajo hacia él, envolviendo sus brazos alrededor del cuerpo delgado de Taehyung. El omega se tensó al principio, pero luego, lentamente, se relajó en el abrazo de Jungkook, permitiéndose sentir una pequeña chispa de consuelo en medio del caos.
—No quiero seguir viendo estas marcas en tu piel, Tae —dijo Jungkook en voz baja, su aliento cálido contra la oreja de Taehyung—. Quiero que esto cambie.
Taehyung sintió un nudo en la garganta, las palabras de Jungkook resonando en su mente. Quería creerle, quería aferrarse a la esperanza de que las cosas pudieran mejorar. Pero la realidad de su situación era un peso constante sobre sus hombros.
—Entonces, por favor, detén esto —suplicó Taehyung, su voz apenas un susurro—. Déjame ser libre.
Jungkook se apartó ligeramente, mirándolo a los ojos. Hubo un destello de algo en su mirada, algo que Taehyung no había visto en mucho tiempo.
—Te prometo que haré todo lo posible para cambiar, Tae. Pero necesito que seas paciente conmigo —respondió Jungkook, su tono serio y decidido.
Taehyung asintió lentamente, aunque la duda aún persistía en su corazón. Sabía que las promesas de Jungkook podían ser tan efímeras como el vapor que los rodeaba. Pero en ese momento, decidió aferrarse a esa pequeña esperanza, porque era todo lo que tenía.
La noche continuó en un silencio cargado de emociones. Jungkook terminó de lavar a Taehyung con cuidado, como si temiera romperlo. Luego, lo ayudó a salir de la bañera y lo secó con una toalla suave, sus manos sorprendentemente gentiles.
Cuando finalmente se acostaron, Jungkook abrazó a Taehyung con fuerza, como si intentara transmitir con ese abrazo todas las cosas que no podía decir con palabras. Taehyung cerró los ojos, permitiéndose un momento de descanso en los brazos de Jungkook, esperando que esta vez, tal vez las cosas realmente cambiaran.
El bebé comenzó a llorar, sus sollozos resonando en el baño como un eco. Taehyung se alteró de inmediato, su cuerpo respondiendo instintivamente al llanto de su hijo. Sus manos temblaban mientras salía apresuradamente de la bañera, envolviendo al bebé en una manta suave y tratando de calmarlo.
—Shh, Hyun, por favor, no llores —susurraba Taehyung, su voz desesperada—. Por favor, haz silencio, Hyun. No queremos que papi se moleste.
El llanto de Hyun no cesaba, y el miedo comenzó a apoderarse de Taehyung. Sabía lo que podía pasar si Jungkook se enfadaba, y no quería que su hijo fuera testigo de esa ira. Intentó todo lo que podía pensar: meciéndolo suavemente, susurrándole palabras calmantes, pero Hyun seguía llorando.
La puerta del baño se abrió de golpe y Jungkook apareció, su presencia llenando el espacio con una energía intensa. Taehyung comenzó a temblar, abrazando a Hyun más cerca de su pecho.
—Lo siento, Jungkook. Lo siento, lo siento... —repetía, su voz rota por el miedo y la culpa.
Jungkook no dijo nada al principio. Observó a Taehyung y a Hyun, su mirada evaluando la situación. Luego, una oleada de feromonas alfa llenó el aire, una fuerza invisible pero poderosa que tenía un efecto inmediato. Hyun dejó de llorar casi al instante, su pequeño cuerpo relajándose en los brazos de Taehyung.
Taehyung sintió el cambio en el ambiente y se obligó a respirar más despacio, tratando de calmarse. Jungkook se acercó y, con una suavidad que sorprendió a Taehyung, tomó a Hyun en sus brazos. El alfa miró a su hijo con una mezcla de orgullo y ternura.
—Es un buen niño, Taehyung. Solo estaba asustado —dijo Jungkook, su voz baja y calmada.
Taehyung observó en silencio, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. Jungkook parecía diferente en ese momento, más accesible, más humano. Era una faceta que Taehyung rara vez veía.
—Me gustaría tener otro hijo, Tae —dijo Jungkook de repente, su mirada fija en el pequeño rostro de Hyun—. Quiero una familia grande. Más hijos que llenen esta casa de risas y vida.
Las palabras de Jungkook tomaron a Taehyung por sorpresa. Otro hijo. La idea de traer otra vida a este mundo, a esta situación, era abrumadora. Pero también había una pequeña chispa de esperanza en su interior. Quizás, solo quizás, otro hijo podría traer más cambios positivos. O tal vez estaba siendo demasiado optimista.
—Jungkook... no sé si estoy listo para eso —dijo Taehyung con sinceridad, su voz temblorosa.
Jungkook lo miró, sus ojos oscuros evaluando las emociones reflejadas en el rostro de Taehyung.
—Lo entiendo, Tae. No te estoy pidiendo una respuesta ahora mismo. Solo... piénsalo, ¿sí? —respondió Jungkook, devolviendo a Hyun a los brazos de Taehyung.
Taehyung asintió, sosteniendo a Hyun cerca. La calidez del bebé y la intensidad de la conversación lo dejaron emocionalmente agotado.
—Está bien, Jungkook. Lo pensaré —dijo finalmente, su voz suave pero firme.
Jungkook se acercó y dejó un beso en la frente de Hyun, luego uno en la frente de Taehyung. Fue un gesto inesperado, y por un momento, Taehyung se permitió la posibilidad de que las cosas realmente pudieran mejorar.
El alfa se levantó, estirando los músculos y mirando a su familia con una expresión que Taehyung no podía leer del todo.
—Voy a ir a la oficina por un rato. Descansa, Tae. Has hecho mucho hoy —dijo Jungkook antes de salir del baño.
Taehyung se quedó allí, sosteniendo a Hyun y permitiendo que el silencio y el calor del agua lo envolvieran. Se sentía agotado, pero también había una sensación de alivio en su pecho. Tal vez, solo tal vez, había una posibilidad de cambio.
Con Hyun dormido en sus brazos, Taehyung salió del baño y se dirigió a la habitación. Lo acunó en su cuna y se sentó en la cama, observando al bebé dormir. Pensó en lo que Jungkook había dicho, en la posibilidad de tener otro hijo y en cómo su vida podría ser diferente.
El futuro era incierto, lleno de desafíos y miedos, pero Taehyung decidió que haría todo lo posible para proteger a su hijo y buscar la felicidad que tanto anhelaba. Con una determinación renovada, se permitió cerrar los ojos y descansar, sabiendo que el camino hacia una vida mejor comenzaba con pequeños pasos.
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Sálvame (Kookv)
RandomEn un mundo donde las jerarquías sociales están marcadas por las categorías Omega, Beta y Alfa, Taehyung, un joven omega de tan solo diecisiete años, se encuentra atrapado en una vida llena de abusos y sufrimiento. Vive con su padre, un hombre cruel...