Conexión

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Capitulo 31

ִֶָ𓂃 ࣪˖ ִֶָ🐇་༘࿐

Elena dormía plácidamente, inmersa en un sueño en el que estaba acompañada por alguien más. No podía discernir si lo que experimentaba era real o simplemente una ilusión de su mente, pero el contacto de esa persona la hacía sentir increíblemente bien. Sin darse cuenta, dejó escapar un pequeño jadeo. Theodore, que dormía a su lado, se movió ligeramente y abrió los ojos, aún adormecido. Podría haber jurado que había escuchado un jadeo de Elena, pero no entendía por qué. Supuso que tal vez la cercanía que compartían era la causa de sus delirios sobre cosas que, en realidad, no estaban sucediendo.

Volvió a dormirse, pero al escuchar otro jadeo, estuvo convencido de que no era solo su imaginación. Giró la cabeza y miró de nuevo a Elena, que parecía sumida en un sueño plácido y profundo. Sus manos estaban a la vista, tranquilas, lo que le hizo descartar de inmediato la posibilidad que había cruzado su mente.

¿Estaría soñando? Se preguntó si era posible que, en medio de su letargo, ella pudiera estar experimentando un sueño tan vívido que se manifestara en esos jadeos suaves. Si soñaba y jadeaba... lo más probable era que sus sueños fueran... húmedos. La idea lo hizo sonreír, aunque también le generó una extraña mezcla de curiosidad y nerviosismo. ¿Con quién estaría teniendo esos sueños? ¿Quién la hará jadear de esa forma?

Tom ya se estaba dejando llevar por la tentación; si aquella acción era un pecado, él ya se consideraba el rey del inframundo. No pararía, no se detendría. Había renunciado a cualquier remordimiento hace mucho tiempo, desde aquel beso en la mansión Malfoy. Fue un instante que lo marcó, y desde entonces todo cambió. Recordaba vívidamente el momento en que estaban en su habitación, mientras Elena limpiaba con esa falda que tanto lo hipnotizaba. Cada gesto, cada mirada, lo sumergía más en un abismo del que ya no quería escapar. La atracción lo consumía, y no podía evitarlo; estaba decidido a seguir adelante, sin mirar atrás.

Los besos que Tom dejaba en su cuello la envolvían en una calidez intensa, despertando una chispa que la hizo estremecer. De repente, esa misma sensación la sacó de su ensueño, como si una ola de realidad la golpeara. Fue un cambio brusco: primero estaba recostada, disfrutando de cada roce, y al instante siguiente, ya no solo los sentía, sino que los experimentaba con una claridad abrumadora. Tom estaba encajado sobre ella, su cuerpo presionaba suavemente el suyo, y sus labios recorrían su cuello con una desesperación que la dejaba sin aliento.

El hecho de que, segundos antes, ella no estuviera despierta y ahora sí lo estuviera no pasó desapercibido para Tom. Al escucharla jadear, sintió un impulso de detenerse, pero al oírla nuevamente, en lugar de protestar, comprendió que realmente le gustaba. Esa revelación encendió aún más su deseo, intensificando la atracción que lo consumía. Cada jadeo se convertía en un eco de aprobación, desdibujando la línea entre lo correcto y lo prohibido y llevándolo a un punto sin retorno.

Pronto, la ropa se volvió un estorbo, pero ambos dudaban de si realmente querían llevar las cosas hasta ese punto. Esa incertidumbre los mantenía en un estado de inquietud, hasta que Tom, decidido, se aventuró a hacer la pregunta:

—¿Quieres...? —Estaba cansado, agotado y excitado al mismo tiempo. Su voz apenas era un susurro, entrecortada por respiraciones incontrolables que dominaban el momento— ¿Quieres seguir...?

Elena, intentando controlar sus respiraciones, negó con la cabeza.

—No es el momento —dijo, tratando de calmar su respiración—. Salgamos, tenemos que encontrar la manera de ayudar a los demás. Sé que han pasado muchas cosas, pero, curiosamente, solo recuerdo algunas... lo demás es un borrón.

Los Reyes De La Noche (Slytherin Boys)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora