Una carta mal entregada puede ocasionar sentimientos complicados y malentendidos equivocados.
🌼• Historia completamente mía.
🌼• Mención de otros idols.
🌼• No adaptaciones sin mi permiso.
Las manos le temblaban, intentaba caminar lo más rápido posible sin llegar a correr. La hora estaba por comenzar y no quería llegar tarde a sus clases, pero aquello que tenía que hacer era ahora o nunca.
No supo como pudo llegar tres minutos antes de que las clases comenzaran cuando literalmente salió unos veinte minutos tarde a la hora normal a la que salía para llegar a su escuela, y siempre llegaba tarde aún cuando salía temprano. Pero ahí estaba.
Un alivio que ella todavía no estaba ahí sentada y el aula vacía de tutores. Sentía la mirada de todos, pero eso era lo de menos. Dejó aún con nervios aquel sobre que tanto le costó escribir arriba de la mesa... de su mesa.
Se fue esta vez sin apuro, aunque llegara tarde a su clase. El alivio que sintió era inmenso ya que ella no se iba a dar cuenta.
Bueno, ¿quién era "ella"? La chica más linda que Riki había visto en su vida. Oh Haewon era demasiado bonita para ser real, y su humor era tan bueno... bueno basta. El tema era que lo volvía loco, le encantaba todo de ella y haría todo lo necesario para por lo menos ser cercano a ella.
No podía esperar una respuesta, la necesitaba en ese mismo instante. Pero lamentablemente tenía que esperar, y él no quería esperar ─que quede claro que no quería esperar─.
─Nishimura, llega tarde ─resonó la voz de su tutor cuando tocó el aula con la punta del pie. Aquella voz era raspada y un tanto aburrida para este, así que se dormía en sus clases disimuladamente.
─Lo siento, desperté tarde ─"apenado" hizo una reverencia y se fue a sentar donde normalmente lo hacía. Esa pena fue fingida hasta el último pelo, lo único que quiso hacer fue sacarle el bigote, porque pelo no tenía. Como si él no supiera que llegó tarde.
─¿Dejaste la carta?─ Preguntó Jaeyun. Riki afirmó en un mínimo movimiento de cabeza de arriba para abajo. El apoyo de su amigo llegó en forma de golpecitos en su espalda y con eso, las clases comenzaron sin problemas.
O sí, porque no había hecho la tarea.
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─¿Qué es esto? ─observó el sobre que permanecía sobre la mesa. ─Creo que es para ti ─
─¿Crees? ─tomó aquel sobre, pero al instante la profesora entró, sin darle chance de ver siquiera el interior de la carta.
Pero claro, su amiga no esperaba nada y no se aguantaba dudas en su cabeza. Y cuando tuvo la oportunidad, sacó de sus manos el sobre color lila.
─¡Oye! ─reclamó aquella jugada.
─Nos cambiamos de lugar, aquí atrás no nos van a ver ─quiso abrir aquel papel, pero su profesora fue, con una cara de amabilidad poco visible, a ver que tanto mantenían de acá para allá.
─¿Qué es eso de ahí? ─tnterrogó con su semblante tan amable que se traía la vieja.
Los dos no sabían que hacer ni decir; si decían que no sabían, iba a pedir que lo tiren.
Ya lo sé, una vieja tonta con cara arrugada.
─Dinero ─salió de la boca de Tzuyu. Era lo más original que había pensado y con suerte pudieron sacarse de encima a la profesora.
Las clases pasaron entre angustia y aburrimiento, aunque el último siempre lo tenían. Al salir de la primera hora de clases, todavía no podían leer aquel sobre ya que el aula permanecía cerrada porque todos ahí se robaban hasta la tapa del bolígrafo. Y sí, se habían olvidado el sobre.
Ya de ahí, todo repetido. Otro maestro mala onda y otra, y otro... bueno, las clases habían acabado así que podían salir tranquilos.
─¡Ya, noona! ─se quejó Sunoo al ser fuertemente arrastrado por una chica con sonrisa gigante de la emoción. ─Ya estamos por salir ─siguió reprochando hasta por fin dejar de ser jalado.
Ya afuera y un poco más calmados, fueron a sentarse en una de las bancas de un parque cerca. La emoción los estaba carcomiendo y sin más abrieron aquel sobre.
Este contenía un papel finamente doblado a la mitad y un llavero de zorro. Sunoo amaba los zorros.
Y con ese detalle, se ilusionó todavía más pensando que aquella carta era para él.
Pero al desdoblar el papel y leer las primeras palabras, la sonrisa que permanecía en su cara desapareció.
Querida Haewon,
Espero que esta carta llegue a tus manos y te encuentres bien. Quiero comenzar diciéndote que desde hace algún tiempo he estado sintiendo algo especial por ti. Me encanta tu sonrisa, tu forma de ser y la manera en que iluminas cualquier lugar en el que te encuentras.
Hoy decidí dar un paso adelante e invitarte a salir. Planeé dejar esta carta en el lugar donde siempre te sientas, con la esperanza de que aceptes mi propuesta. Me encantaría pasar un rato agradable contigo, tal vez dar un paseo por el parque y disfrutar de un helado juntos.
Si estás interesada, estaré esperando en el parque central a las 4:00pm. Sería maravilloso poder conocernos mejor y compartir un momento juntos.
Espero con ansias tu respuesta y, si decides aceptar mi invitación, estaré emocionado de pasar un tiempo increíble contigo.
Con cariño, Nishimura Riki.
Haewon... su compañera.
Ahora todo tenía sentido: ellos habían intercambiado lugares.