Una carta mal entregada puede ocasionar sentimientos complicados y malentendidos equivocados.
🌼• Historia completamente mía.
🌼• Mención de otros idols.
🌼• No adaptaciones sin mi permiso.
Las clases están por terminar, primer año de universidad para Riki a punto de acabar. Estaba, en vez de feliz, preocupado; Sunoo y él no habían hablando por tres meses por culpa de su impuntualidad, y bien que lo extrañaba.
No era de mucha cortesía ir y llorarle, además de que seguro quedaba en ridículo. Su desesperación fue más grande cuando se dio cuenta de que lo que sentía por Haewon ahora lo sentía por Sunoo. Menos intenso, pero lo sentía.
Jake no estaba para nada de acuerdo, odiaba el gran cambio de sentimientos de su amigo, sin embargo, él ya se había cansado de pelear con él y con Tzuyu. Sunghoon de vez en cuando también le peleaba, pero a él sí le perdonaba.
Oh, y claro que se enteró que el llavero fue a parar a su casa. Le dolió saber que intentaba olvidarlo o peor aún, odiarlo. No le había hecho tanto problema a eso, hasta que puso a pensar su mente y su corazón; a él le gustaba Sunoo. Guardó el llavero, deseando algún día volver a entregarlo.
─¡Ya lo intenté, Sim! ─se quejó intenso ante su amigo.
─Ya, pásame su número que por ahí le mandas mensaje ─intentaba ayudar, pero Riki estaba histérico, no dejaba ni opinar a Jake.
Su amigo negó como siempre: desesperado y nervioso. Esta era la última semana de clases y, si no arreglaba su problema, era posible tener que esperar tres meses para poder volver a intentar.
También pudo notar que Heeseung le echaba ojo y de vez en cuando una sonrisa a su chico. Heeseung no era el típico fiel, así que no le iba a dejar el pase libre ni de joda. Él iba a ser el primero en salir con Sunoo sea lo que sea, y le iba a dar una relación sana, o eso esperaba de él.
Pero a veces lo pensaba; él no era la mejor opción de novio. Nunca le gustó tener que dar demasiada atención, o salir muy seguido. Las salidas anteriores, aunque él intentase negarlo, eran pena de no dejarlo plantado.
Si él tuviera que elegir una pareja, no se elegiría, ni siquiera se recomendaría. Aunque claro, era anti-infidelidades. No quitaba el hecho de ser un próximo pésimo novio, pero tenía en claro intentar no serlo.
─Nishimura, ¿qué carajo piensas hacer? ─
─No lo sé, ¿una carta? ─qué viejos tiempos.
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─¡Dame, quiero ver! ─el pobre sobre volaba sobre la cabeza de Sunoo, intentando que la chica no lo tome.
Un sobre, un viernes, clase con la profesora cara arrugada, algo le olía sospechoso.
─Jóvenes, ¿se puede saber qué es eso que tienen paseando? ─los dos chicos se calmaron, dejando descansar al sobre que un poco arrugado lo habían dejado.
Y, como la otra vez, Tzuyu sacó sus asombrosas habilidades para excusar ─o simplemente mentir, se le daba de maravilla─ y dijo lo primero que su mente le mandó.
─Dinero ─
─¿De nuevo? ─
─Sí, es que vendemos churros ─"qué", primera palabra que pensó Sunoo. Ya que, conociendo a sus compañeros, los muertos de hambre iban a querer comprar los supuestos churros.
Pero milagrosamente la profe le creyó. Tal vez no era mala idea abrir un emprendimiento de churros.
Tuvieron otra vez que esperar a salir y terminar las clases para poder ver el sobre.
Entonces los ojos de Sunoo brillaron con intensidad: ahí estaba el llavero de zorro que había devuelto.