둘: Con suerte

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Sus miradas conectaron, y aunque era aún más incómodo que la vez que se había metido el baño de niñas sin querer y lo confundieron con una chica trans, no podían apartarla.

─Quiero decir, ¿ya estamos, verdad? ─rió nerviosamente. Una mueca de desesperanza apareció en su rostro al ver la cara de decepción que Riki había puesto.

─Está bien ─la emoción que debió pasar cuando esas palabras fueron mencionadas debían convertirse en endorfina, pero solo se sintió un poco mal por el tono en el que fueron pronunciadas.

Cuando Riki se paró, a Sunoo, en vez de pararse él, casi se le para el corazón. ¿Qué comía para ser así de alto? Estaba seguro que si se paraba su humillación iba a ser mayor que la vez cuando...

Basta, es la vida privada de nuestro protagonista.

¿Y qué? Ni siquiera existe esta versión distorsionada de Sunoo, es un personaje.

¡Cállate!

─¿Vas a levantarte? ─al escuchar esas palabras, Kim saltó de su asiento, quedando al lado del más alto, y por mucho. ─¿Vas a pagar tú o lo tengo que hacer yo? ─

─No te preocupes, yo traigo dinero ─le sonrió. Sintió algo raro en su estómago, pero seguramente era hambre ya que no había almorzado.

Okay, esta nueva persona a Riki le había parecido un poco irritante. Hablaba mucho y agarró confianza muy rápido. Tanto, que hasta su teléfono le había regalado. Su helado estaba ya acabado, pero él del tal Sunoo seguía por más de la mitad, ya que no cerraba el pico.

Cuando ya iban por la quinta anécdota ─que venían con otras anécdotas─, el celular del menor comenzó a sonar, obligándolo a irse sin antes avisarle a la cotorra.

─¿Y? ─cuando atendió, las primeras palabras de Jaeyun fueron esas. Nada más.

─Haewon no apareció, pero hay una cotorra que recibió la carta y ahora mismo está esperándome .

─¿Cómo? ¿Pusiste la carta en otra
mesa? ─.

─Algo así... tengo que irme ─.

Colgó sin darle chance al otro de responder y volvió con Sunoo, dispuesto a escucharlo unas dos horas más. Tal vez era un poco insoportable, mas su forma de ser se le hacía totalmente tierna, y era agradable. Tenía buenas anécdotas y chismes que, sinceramente, eran entretenidos.

Tal vez estaba un poco decepcionado, pero aun así era mejor que quedarse plantado.

─¿Sigues? ─tomó asiento donde antes se encontraba. Riki no era alguien que le interesara la charla con personas que no conocían, pero aquel pelinegro le había llamado la atención, aunque no fuera Haewon.

Tal vez Sunoo se levantó con suerte.

─¡Oye, ni te atrevas! ─una chica un poco más baja que él lo detuvo, caminando amenazadoramente hacia su dirección

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─¡Oye, ni te atrevas! ─una chica un poco más baja que él lo detuvo, caminando amenazadoramente hacia su dirección.

─Lo siento, pero tengo que salvar a alguien ─respondió un poco agresivo, molestando más a la chica.

─Lo siento, pero mi amigo está por tener su teenage love no tan teenage ─una mueca confundida se moldeó en el rostro del chico, no entendiendo lo que la chica le decía.

─No me importa. Ni siquiera sé quién carajo es tu amigo ─gruñó, intentando ganar la discusión y que la joven al lado suyo se marchara. Lo único que logró fue la furia de aquella muchacha, provocando dos grandes volcanes en sus ojos. ─¡Oye! ─reclamó. La pelinegra le había sacado la lengua y pisado el pie para luego irse corriendo. Sacarle la lengua. L-e-n-g-u-a. LENGUA.

Por un momento Riki y el intruso que se veían a lo lejos ya no le importaba. Una mocosa le había sacado la lengua y esa no la perdonaba nunca.

Sus piernas se movieron a un ritmo acelerado para poder alcanzar al individuo no identificado que, con mucha falta de respeto, le había sacado aquel músculo con papilas gustativas llamada lengua.

Se había olvidado de su principal objetivo, pero eso ya no era importante: se había conseguido una nueva enemiga.

𝙲𝚘𝚗 𝚜𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎 𝚢 𝚞𝚗 𝚑𝚎𝚕𝚊𝚍𝚘 〔sunki〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora