열둘: un gran enredo

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Jake estaba totalmente feliz. El sonido de arpas lo iluminó al escuchar a Sunoo aquella mañana. Había logrado, por fin, que Sunoo se rindiera al desinterés de Riki que él había planeado. Porque sí, siempre lograba que Riki se olvidara o simplemente le hacía creer que Sunoo le dijo que había cancelado.

Le había ganado a Tzuyu, a Sunoo y consiguió un ligue gracias a ellos. Era ganar o ganar, y él era campeón mundial.

Ahora se encontraba con Riki luego de llegar del campo, contando lo que había escuchando. No pensaba que era buena idea; tal vez Riki retomaría sus salidas con Sunoo en modo de disculpa, pero no.

─¿Entonces me dejará de hablar? ─Jake asintió. Una rara mueca de desaprobación se incrustó en la expresión de Riki: no estaba de acuerdo. Pero ¿qué más podía hacer? Él la había cagado. ─Está bien ─se levantó enojado de su lugar. Le frustraba que él mismo se había metido en eso y ahora tenía la sensación de un corazón roto.

─¿No le vas a decir nada? ─la simple reacción de su amigo le extrañó. Según él, debería de haber lamentos y como treinta llamadas perdidas luego de una reconciliación. Pero no; simplemente Riki se rindió.

─Es su decisión, ¿qué carajo quieres que le diga? ─

Y se marchó. Seguramente a llorar, porque admitamoslo; Riki podía hacerse el rudo, pero por dentro era más blando que la masa para hacer pan casero mmm qué rico.

 Seguramente a llorar, porque admitamoslo; Riki podía hacerse el rudo, pero por dentro era más blando que la masa para hacer pan casero mmm qué rico

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El silencio incomodaba en ese momento, el único sonido era el fastidioso masticar de los dos amigos. Luego de tal día cansador ─o sea, las una de la tarde─ fueron a llenar la barriga con un poco de comida porque "panza llena corazón contento", aunque ninguno de los dos se notaba satisfecho.

Sunoo, por ejemplo, tenía las lágrimas colgando. Una que otra salía sin permiso; sin embargo Tzuyu, quien permanecía con los ojos secos, tenía atascado un gran nudo. Sentía culpa por incitar a Sunoo, por empezar todo. Tal vez, si hubiesen tirado la carta, su amigo no estaría deprimido.

Saco la tensa mirada de su bocadillo para dirigirla a la de Sunoo: su piel estaba brillante por sus lágrimas, las mismas que le daban un brillo más fuerte a sus ojos. Se le partió el corazón verlo así, y claro estaba que no iba a funcionar, pero quiso ayudar.

─Siento si esto puede sonar muy feo, pero creo que el llavero ya no te lo deberías quedar ─él la miró más dolido que antes. Dejó de picar su comida con los palillos y suspiró pesado.

─No debí hacerlo, ¿verdad? ─lamentó. Tzuyu al instante lo calló, pensando que la culpa se la dirigía a él.

─Hay que deshacerse de él, Sunoo. A eso me refiero. No es tu culpa ─.

Y en el fondo, muy en el fondo, Sunoo de verdad quería seguir aferrado a él. Tan lamentable era la verdad que debía enfrentar, que rompió silenciosamente en llanto ahí mismo.

𝙲𝚘𝚗 𝚜𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎 𝚢 𝚞𝚗 𝚑𝚎𝚕𝚊𝚍𝚘 〔sunki〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora