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Llamada:

- Dime, ¿qué hacía Lauren en tu empresa? - Fue lo primero que dijo la morena al contestar al teléfono.

- Buenas noches a ti también Calliope. - Dijo Arizona con sarcasmo.

La morena se echó a reír.

- Buenas noches, Arizona. - Aunque la rubia no podía ver, Torres puso los ojos en blanco.

- Lauren fue y me dio una lista con los nombres de algunos de sus familiares, y al lado de cada nombre estaba escrito fallecido, incluso estaba el nombre de su padre.

- ¿La lista estaba escrita a mano?

- Sí, lo estaba. Pero no era la letra de Lauren, por desgracia conozco la suya.

- ¿Qué te dijo cuando te entregó la lista?

- Ya sabes, que tu familia eran asesinos, que no eres buena y que no podía relacionarme contigo.

Sonó la risa de Calíope.

- ¿Dijo que mi familia eran asesinos?

- Sí, lo dijo. También mencionó a Sofía.

- ¿A Sofía? ¿Por qué? - la morena estaba confusa.

- Sí, le conté lo de nuestro bebé.

- Pero, ¿por qué?

- Solo quería que supiera que no tengo miedo de relacionarme contigo. - dijo Arizona tímidamente.

- ¿Y no lo tienes?

- No, tú no formas parte de esa línea de asesinos, Calliope. Aunque le comenté algo a Lauren.

- ¿Qué le dijiste?

- Que no te importaría ser igual que tu familia si te enterabas que se estaba metiendo con tu pasado y conmigo.

La morena se echó a reír.

- me encargaré de ella cuando vuelva. ¿Te encuentras bien?

A Arizona le sorprendió lo que Callie había dicho respecto a Lauren, pero decidió ignorarlo.

- Estoy bien, solo que hoy me he sentido muy mal. Por cierto, hoy se lo he dicho a Amelia y a Alex, no veo ningún problema si quieres contárselo a tus amigos más íntimos.

- Lo hablaré cuando vuelva. - se oyó que alguien llamaba a la puerta y la morena se levantó a mirar. - Un momento, Arizona. - Callie no podía creer lo que estaba viendo. - Arizona, luego te llamo, ¿vale?

- ¿Va todo bien, Callie?

- Sí, ve a casa de tu madre e intenta descansar.

- Sí, tranquila.

- Hasta luego.

Llamada finalizada.

La morena se quedó en la puerta mirando a la mujer del otro lado.

- Eres Callie Torres, ¿verdad?

- Sí, y no recuerdo haber llamado a nadie para venir aquí.

La rubia desconocida que tenía delante sonrió.

- Solo he venido a entregar un regalo.

- ¿Un regalo? - Callie estaba confundida.

- Sí.

La mujer empujó a Callie hacia el interior y cerró la puerta tras ella, quitándose la bata y mostrando una preciosa lencería roja, totalmente sensual.

- Oye, puedes ponerte la bata y salir de aquí.

La mujer se rio y empujó a Torres hacia la cama.

-Calmez-vous, Mme Torres, nous allons juste jouer. (Cálmese, señora Torres, sólo vamos a jugar.)

El francés perfecto de la mujer hizo que Callie se rindiera durante unos segundos, haciendo que se sentara en su regazo y empezará a moverse. Aquello fue demasiado para Torres, demasiado para la mujeriega de Torres.

La morena reunió entonces todas las fuerzas que tenía y sacó a la mujer de su regazo.

- No sé quién te ha enviado como regalo, pero estoy casada. ¿Me disculpas?

- ¿Está usted casada? - preguntó extrañada la rubia.

- Sí, lo estoy.

- Lo siento, señora Torres, en realidad solo hago lo que me dicen, no tenía ni idea.

La morena dio un golpe en la pared.

- Vístete y lárgate de aquí.

La mujer obedeció con rapidez.

Para Torres era horrible depender de las normas, no por su matrimonio, sino porque sabía que era la jefa de la otra. La morena necesitaba despejarse, pero recordó lo que Arizona había dicho sobre que Lauren había estado en su empresa aquella mañana y había llevado aquella lista, así que tomó su móvil y marcó un número que conocía, pero que no usaba muy a menudo.

- Necesito que me hagas un favor.

*

Esa misma noche, una exhausta Arizona entró en casa de su madre con Timothy llevando su bolso.

- ¿Te has peleado con tu esposa? ¿Te vas a mudar? Esto pesa demasiado. - se quejó el hombre.

- Deja de hacerte el payaso, no hay casi nada ahí.

Las dos se estaban riendo cuando apareció Alicia para ayudar a su abuela a sentarse en el sofá.

- Tía Ari, me alegro de que te quedes hasta el domingo.

- Sí, va a ser estupendo. - La rubia abrazó a su sobrina y se acercó a su madre - ¿Cómo estás?

- Sobreviviendo, hija. - Sonrió ella.

Arizona sintió que el corazón se le estrujaba ante la posibilidad de que su madre se marchara en cualquier momento, así que decidió contarle a su familia lo de su embarazo de inmediato.

- Necesito hablar con ustedes. - Arizona se sentó en el sofá y tiró de su sobrina hacia su regazo, ganándose la atención de ella y de los otros miembros de la familia. - Bueno, ya sabes que todo lo que pasé durante y después del embarazo fue muy difícil para mí y que no volvería a vivir ese dolor. - Tragó saliva para no echarse a llorar. - Pero Calliope y yo no nos cuidamos y acabó ocurriendo.

- Ocurrió... -la incitó a decir Timothy y señaló a su madre, que sonreía.

Arizona sonrió ampliamente.

- Estoy embarazada, mamá. Voy a darte un nieto, mamá. Y Calliope está muy feliz con la noticia.

- ¿Voy a tener una primita? - preguntó Alicia y la rubia asintió. - voy a jugar con él, tía Ari.

-O primito y claro que jugaras con él o ella. - Sonrió la rubia.

- Me alegro mucho por ti y por tu esposa, hermanita. - Dijo Timothy abrazando a su sonriente hermana.

- No esperaba recibir un nieto tuyo después de lo que lamentablemente ocurrió, y me alegra saber que tu mujer por fin ha conseguido hacerte comprender que un nuevo hijo no sustituye el amor que siempre sentirás por Sofía. - la matriarca se acercó a Arizona todo lo que pudo. - Esté aquí o no, te prometo, hija, que amaré a mi nieto con todas mis fuerzas.

Los ojos de Arizona se llenaron de lágrimas, Tim llamó a su hija para mostrarle las estrellas y permitió que las dos mujeres presentes disfrutaran de su momento madre-hija, después de todo, nunca sabrían cuándo sería el último.

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