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Callie cruzó la puerta y se encaró con la rubia que seguía tumbada en la cama y jugueteando con su móvil, se rio y se apoyó en el marco de la puerta, no estaba segura de lo que pasaba,  y también sabía que ya no la odiaba, y  estaba segura de que cada vez que la miraba y se fijaba en su preciosa, pero aún pequeña barriga, sentía algo diferente, algo magico.

- ¿En qué estás pensando? - La voz de la rubia la sacó de sus pensamientos.

Sonrió y se encogió de hombros.

- Nada.

- Ven aquí. - llamó y golpeó la cama donde la morena había dormido después de la calurosa noche que habían pasado. - ¿Te duele mucho la espalda?

- Me arde. - Se quejó la morena.

Arizona sonrió.

- Lo siento. - dijo y se subió encima de la morena, que solamente llevaba bragas y camiseta.  Bajó hasta la altura del oído y susurró. - Pero quiero más.

- ¿Qué es lo que te está pasando? - dijo Torres y se rio.

- Averígualo...

dijo Arizona y se inclinó para tomar los labios de Torres entre los suyos.

Callie movió una mano desde la cintura de la rubia hasta la nuca y le tiró del cabello, haciendo que sus rostros se separaran y sus miradas se encontrarán por fin.

- ¿Qué quieres, Arizona? Dímelo.

Su mirada brillaba.

- Hazme tuya de nuevo.

Fue lo único que Arizona necesitó decir, Torres sonrió, le dio un largo beso y dirigió toda la atención de su boca al pálido cuello de la mujer que tenía encima, besó, chupó y mordisqueó, Arizona solo jadeó, como por arte de magia, Torres se deshizo del sujetador y las bragas de la rubia en dos segundos y los tiró en algún lugar de la habitación, la miró todo el cuerpo y sonrió.

-te vez tan sexy embarazada de mis hijos.

No le dio oportunidad a Robbins de contestar, cambió de posición en la cama y la acostó en la cama, le mordió el cuello, luego bajó con besos provocativos hasta el pecho derecho, donde mordió ligeramente el pezón y tiró de él, haciendo gemir a la rubia, al fin y al cabo ya estaban sensibles, chupó todo el pecho y dejó un chupetón que seguro quedó marcado, empezó a chupar el pecho de la rubia, mientras le hacía masajes.

Callie le estaba acariciando los pechos y Arizona estaba a punto de correrse sólo por eso, sus gemidos eran desenfrenados, necesitaba desesperadamente a Callie dentro de ella, y la morena lo sabía. Cuando se hartó de los pechos de la rubia, la besó bajando por el vientre, dejando besos en la zona ascendente. Las dos sonrieron y enseguida la rubia gimió mientras Callie le apretó el trasero.

Callie se encaró a Arizona y le pasó un dedo por todo el coño.

- Tan húmeda...

Estaba jadeando, su cuerpo sudaba, estaba necesitada, agarró el pelo de Callie y tiró de ella hacia sí.

- ¡No juegues!

Callie se rió. Era una gran hija de puta en lo que hacía y lo sabía. Pasó la lengua muy despacio e hizo que Arizona se retorciera, apretó con fuerza sus blancos muslos y presionó con la lengua su clítoris y jugó con él, Arizona necesitaba que la penetrara, gemía desesperadamente, Callie parecía satisfecha con la tortura, la rubia sentía la lengua de la morena en su entrada haciendo varios círculos, estaba a punto de correrse en la boca de Calliope, y sabía que eso le encantaría a la morena.

De repente dejó de jugar con el coño de la rubia y se acercó para depositar un delicioso beso en su boca.

- Por favor... -suplicó la rubia.

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