Capítulo 8:

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MADAGASCAR INCIDENTS.


Amy.

Despierto con el cuerpo hecho mierda. Todo me arde. Los muslos, los pechos, mi trasero marcado de tantos azotes, las mordidas en mi cuello, mi cintura, mis caderas... Matteo me dejó llena de sus manos y mordidas. No puedo moverme mucho, sigo esposada, los brazos estirados sobre mi cabeza, y su maldita pierna está encima de mí. Nos quedamos así, desnudos, pegados, su polla descansando cerca de mi entrepierna, como si todo lo que ocurrió anoche no hubiera sido suficiente para él.

Lo siento moverse, el calor de su cuerpo me envuelve aún más cuando me jala hacia su lado. Matteo entierra su rostro en mi pelo, sus labios rozan mi cuello mientras inhalo profundamente, siento su aliento caliente contra mi piel.

—Mmm, sei sempre così maledettamente perfetta, Amy... —murmura, su voz ronca por el sueño y el desgaste de la noche.

No respondo al principio, estoy demasiado consciente de su mano recorriendo mi cintura, bajando lentamente, como si no hubiera acabado conmigo.

Intento moverme, pero las esposas me mantienen jodidamente quieta, y eso parece divertirle.

—Jodido enfermo... —gruño entre dientes, girando la cabeza para mirarlo de reojo, aunque mi cuerpo traidor empieza a calentarse de nuevo con el simple contacto de su piel en la mía.

—Te encantó, y lo sabes —responde Matteo, mientras deja un mordisco en mi cuello—. Aún no has tenido suficiente, eh?

—No puedo moverme, cabrón —murmuro con frustración, mientras sus manos recorren mis muslos.

Cada lugar que toca me duele, pero me vuelve loca al mismo tiempo.

—No necesitas moverte... —me dice, sus dedos subiendo lentamente, haciendo que me retuerza bajo su toque.

Mi maldito cuerpo lo traiciona todo. Él lo sabe, y eso lo hace aún más dominante.

Mientras sus labios siguen bajando por mi cuello, me retuerzo intentando encontrar una forma de liberarme, pero nada. Taylor, Adrien, Ryan y Erik siguen durmiendo profundamente, como si no hubieran sido parte del desastre que fue anoche.

—Tenemos que movernos —susurro, aunque mi voz sale quebrada cuando su mano se desliza entre mis piernas.

—¿Ahora quieres hacer un plan? —murmura en voz baja contra mi cuello—. No he terminado contigo aún, piccola.

Su respiración contra mi piel me enciende, pero no lo quiero admitir. No ahora, cuando apenas puedo sentir mis piernas después de todo lo que me hizo. Siento su mano en mi muslo, subiendo lentamente, como si el muy cabrón estuviera disfrutando de ver cuánto puedo aguantar antes de perderlo.

—Matteo... —susurro, mi voz sale en un jadeo mientras sus dedos rozan mi entrepierna, su tacto ligero pero lo suficiente para hacerme temblar—. Tenemos que movernos, joder, los dossiers...

—¿Los dossiers? —murmura contra mi cuello, su lengua trazando círculos en mi piel, subiendo hasta mi oído—. Lo único que te debería importar ahora es mi polla enterrada tan profundamente en ti que no puedas pensar en nada más.

Su mano me abre de piernas y lo siento duro otra vez, rozando mi entrada vaginal.

Maldita sea, este hombre no tiene límites.

Mi cuerpo traicionero empieza a responder de nuevo, a mojarse por él, aunque sé que no debería. No después de toda la locura de anoche.

—Mierda, Matteo... —gimo, arqueando mi espalda cuando él empuja un poco más, justo lo suficiente para recordarme cómo me llenaba antes.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora