Capítulo 27:

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«En la oscuridad de la noche, las sombras revelan más verdades que la luz del día.»






      GEORGIA.


Matteo.

El agua se enfría lentamente a mi alrededor mientras sostengo a Amy en mis brazos, su cuerpo tiembla contra el mío, pero gradualmente se va calmando. El lujo de mi baño es un contraste irónico con la crudeza de nuestra realidad. Mármol blanco, espejos enmarcados en oro, una bañera lo suficientemente grande como para ser una piscina pequeña. Todo parece insignificante en este momento.

—Muñeca, ya pasó —le susurro, sintiendo cómo su respiración se vuelve más regular.

La levanto con cuidado, el agua resbala por su piel, y la envuelvo en una toalla grande y suave. Sus ojos aún reflejan el terror, pero me enfoco en lo práctico, en mantenernos en movimiento. La llevo a mi cama, su espacio dentro del caos. Rápidamente, busco en mi armario otra de mis camisas. Me molesta que usen mis cosas, pero este no es el momento para ser quisquilloso.

—Ponte esto —le digo, tendiéndole la camisa blanca de algodón.

Es lo suficientemente larga como para llegarle a medio muslo, cubriendo lo esencial, aunque ciertamente no lo suficiente para mi excitación.

Mientras ella se viste, me siento en el borde de la cama y empiezo a tararear una vieja canción, "Moon River". Es de décadas atrás, pero siempre ha tenido un efecto calmante.

—Moon river, wider than a mile, I'm crossing you in style someday...

Su respiración se hace más suave, sus ojos se cierran lentamente hasta que finalmente cae en un sueño inquieto. La observo por un momento antes de dirigirme a mi escritorio, donde mi laptop aguarda con los detalles de nuestra próxima misión.

La misión en Georgia. Bola Tinubu y su mano derecha, Emeka Iwu. Narcotraficantes peligrosos con una red extensa de corrupción y violencia. Mis dedos se deslizan sobre el teclado, repasando los informes, estrategias y mapas. De reojo, miro a Amy en la cama. Suspirando, vuelvo mi atención a la pantalla.

«Esta mierda no puede salir mal. Tenemos demasiados cabos sueltos y demasiado en juego.»

Finalmente, decido que es hora de prepararme. Me levanto y me dirijo al baño. Mi rutina es meticulosa: ducha caliente, champú de menta, jabón con un aroma sutil a cedro. Cada movimiento es calculado, eficiente. Salgo, me seco y me miro en el espejo. El reflejo es el de un hombre que no puede permitirse fallar.

Me visto con precisión militar: calzoncillos negros, pantalones oscuros ajustados, una camiseta negra y mi blazer de cuero favorita. Cada prenda está cuidadosamente elegida. Me peino con un poco de cera, asegurándome de que cada cabello esté en su lugar. Me pongo el reloj de oro, la cadena y los gemelos. El perfume, caro y discreto, es el toque final.

Cuando salgo del armario, Amy está despierta. Sus ojos me siguen, llenos de una mezcla de desafío y vulnerabilidad.

—¿Dormiste bien? —le pregunto, acercándome a ella.

Ella asiente, pero puedo ver que todavía está perturbada. Le levanto el mentón con dos dedos y beso sus labios, prolongando el beso, saboreando su sabor.

—Matteo... —murmura ella contra mi boca, sus manos aferrándose a mi torso.

Me aparto lentamente, disfrutando de la sensación de control. Cuando ella se levanta, no puedo resistir darle una nalgada firme, haciéndola gemir.

—Vamos, muñeca —le digo con una mueca torcida—. Tenemos trabajo que hacer.

Amy entra al baño para ducharse y yo aprovecho para revisar mis armas y equipo. Todo tiene que estar en perfecto estado. Cuando ella regresa, lleva puesta mi camisa, que apenas le cubre los muslos. Sus pechos y los piercings que los adornan son visibles a través de la tela. No lleva bragas, y la visión es hipnotizante.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora