Capítulo 38:

121 13 4
                                    










"Entre él y yo, la distancia es una ilusión."







ENFRENTAMIENTO.
      

                     


Amy.

Las pantallas parpadean a mi alrededor, pero no puedo concentrarme en nada más que en la presión sofocante que siento en el pecho. Estoy en esta maldita sala de estrategia, intentando no perder el control, mientras él sigue clavado en mi mente, en mi piel. Matteo. La fuente de mi maldita agonía y deseo.

Mis dedos tamborilean sobre la mesa de operaciones, pero no logro calmar la rabia que me consume. ¡Cómo odio cómo siempre se las arregla para hacerme sentir que no tengo poder! A pesar de todo, mi cuerpo lo anhela, lo odie o no.

Es un maldito cabrón, más seco que un limón podrido, con esa mirada fría que te desnuda, pero sin ninguna intención más que follarte la mente y el cuerpo.

Y ahí está. Lo siento antes de escucharlo.

Matteo Caruso entra en la sala, el aire alrededor de él se vuelve denso, pesado, aplastante. Su presencia me enerva, me pone en alerta, pero es imposible ignorar el puto magnetismo que tiene.

Él es todo lo que debería rechazar, pero mi cuerpo no entiende de razones.

—Capitán Cooper —gruñe, su voz baja y rasposa.

No me vuelvo hacia él. Lo siento detrás de mí, y el calor que emana su cuerpo se filtra en mi espalda como si me estuviera quemando.

—Coronel Caruso —respondo sin girar la cabeza.

Lo siento acercarse, el peso de su autoridad y el maldito deseo retorcido que sé que lo consume, lo mismo que me consume a mí, aunque me empeñe en negarlo.

—No me des la espalda —dice con esa voz baja y asesina.

Está tan cerca que su aliento roza la piel de mi cuello.

Me doy la vuelta para enfrentarlo, mis ojos buscando los suyos. Sus iris turquesa me atrapan en una maldita red de la que no puedo escapar.

Se le ve el hambre en la mirada, pero no es hambre por cariño ni por amor.

No. Es hambre por devorarme, por follarme.

—Y a mí no me gusta que me trates como tu putita personal —le suelto.

Pero no retrocede. Él nunca lo hace. En lugar de eso, avanza, como el depredador que es, su mano se cierra en torno a mi muñeca.

El toque es firme, decidido, no agresivo, pero deja claro que no tengo opción.

Él manda. Siempre ha sido así.

—No he terminado contigo, Amy —susurra, inclinándose, su boca peligrosamente cerca de la mía.

Antes de que pueda reaccionar, su otra mano se cuela bajo mi blusa, su palma áspera rozando mi piel hasta que encuentra mis tetas.

Un gemido traicionero se escapa de mi garganta cuando su pulgar roza mi pezón, endureciéndolo al instante.

—Maldito hijo de puta... —susurro entre dientes, pero mi mano ya está sobre su polla, apretándola a través de los pantalones.

Está duro.

—Esto es lo que quieres, Amy —dice.

Pero tiene razón. No puedo refutarlo. Mi cuerpo ya está reaccionando, enredado en este maldito ciclo de odio y deseo.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora