Capítulo 35:

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No sabía que esta noche en Berlín despertaría una obsesión peligrosa... y no sería la mía.

     
    



OBSESIÓN EN LA NOCHE.







Matteo.

La misión ha sido un éxito, pero la tensión entre Amy y yo sigue siendo palpable. Salimos del club, el aire frío de Berlín golpeándonos de lleno. Estoy revisando mentalmente los detalles de la misión cuando me doy cuenta de que Amy no está a mi lado.

—¿Dónde diablos estás? —le mando un mensaje de voz por el intercomunicador tratando de mantener la calma, pero el enojo burbujea en mi interior.

—Tranquilo, Matteo —su voz suena relajada, casi divertida—. Sólo estoy a unas calles. No me tardo.

¿En serio? Mi mente se enciende al verla, comiendo con la misma maldita indiferencia con la que siempre me enfrenta. Esa boca, que hace unos minutos estaba tragando mi verga, ahora devorando una jodida salchicha callejera.

Me hierve la sangre, pero lo que más me enerva no es la situación, es que sigue provocándome, sin siquiera darse cuenta. O quizá lo hace a propósito, como siempre.

Mi mirada no se aparta de ella. Esas tetas que saltan con cada movimiento de su mano al llevarse la salchicha a la boca, ese maldito vestido que apenas cubre lo necesario, dejando ver que debajo no lleva nada más que su piel desnuda y tentadora. Mi polla se endurece instantáneamente, maldita sea.

No pienso en otra cosa que en follarla ahí mismo, en medio de esta calle inmunda, donde cualquiera podría vernos. Que lo vean. Que sepan que es mía.

—¿En qué coño estabas pensando?

Mis ojos recorren su cuerpo como una promesa de lo que está por venir. No me contesta, solo se limpia la boca con una sonrisa tan descarada que me hace querer romperle esa boca con mis labios.

—Tenía hambre, Coronel —murmura, con una voz tan jodidamente casual que me vuelvo loco.

Agarro su muñeca, tirando de ella hacia mí, lo suficientemente fuerte como para hacerla tambalear. Su cuerpo choca contra el mío, sus tetas aplastándose contra mi pecho. Quiero retorcerle ese cuello por jugar con mi paciencia. La quiero gritando mi nombre mientras la follo con tanta brutalidad que se le borre esa sonrisa de la cara.

—Deja de provocarme, Amy —le gruño, mi boca a milímetros de la suya, pero no le doy el beso que sé que espera.

No. No lo haré fácil. Nunca lo hago.

—¿Y si lo hago? —refuta, sus ojos clavándose en los míos con desafío, una chispa de deseo oscuro brillando detrás de su mirada.

Mi paciencia se evapora. La empujo contra el auto, su espalda golpeando el metal con un sonido seco. Mis manos están en su cuello, mis dedos presionando lo justo para que sepa quién manda, sin apartar la mirada de sus ojos. Esa mezcla de miedo y excitación en su expresión me enciende más de lo que puedo controlar. Siento mi erección palpitando, exigiendo lo que es suyo.

—¿Te crees muy lista, eh? —mi voz es un murmullo bajo y peligroso, lleno de promesas que no serán amables.

No le doy tiempo de responder. Mis manos se mueven con velocidad, levantando su maldito vestido y apartando las piernas de un tirón. Su coño está húmedo, lista para mí, siempre. Mi verga ya está fuera, dura, pulsante, lista para castigarla por haberme sacado de quicio.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora