Capítulo 20:

390 54 0
                                    








CARNAL DAYS
AND OPERATION BERLÍN.




Amy.

Despierto de golpe, mi cuerpo está hecho un desastre, entumecido, cada maldito músculo recordándome lo que Matteo me hizo anoche. Me toma un segundo darme cuenta de dónde estoy. No es mi habitación, ni de cerca. Todo a mi alrededor es lujo. Los altos techos, las cortinas de terciopelo que parecen costar más que mi vida entera, la luz suave del sol de Londres colándose a través de las ventanas gigantes. Estoy en su maldito penthouse.

Mierda.

Intento moverme, pero siento algo que me detiene. Bajo la mirada y ahí está su mano, con esos tatuajes que siempre me vuelven loca y me recuerdan exactamente quién es. Su agarre es fuerte, posesivo, como si ni siquiera durmiendo pudiera dejar de querer controlar todo. Me tiene bien apretada, su mano apretando mi trasero con tanta fuerza que casi puedo sentir el calor de su palma marcándome la piel. Mi respiración se acelera y no sé si es por el susto o por el deseo que sigue latente, incluso después de todo lo que pasó.

—Matteo... —susurro, como si con decir su nombre pudiera romper el hechizo o lo que sea que este cabrón tiene sobre mí.

Él no responde con palabras. No, claro que no. En lugar de eso, siento su cuerpo moverse detrás de mí, su polla dura empujándose lentamente contra mi coño que, a pesar de todo, sigue húmedo. Joder. El calor sube desde mis caderas hasta mi garganta como un maldito fuego que no puedo apagar. Está despierto. Y el muy cabrón no ha dejado de jugar conmigo ni por un segundo.

Su respiración pesada acaricia mi nuca, y de repente, siento cómo entierra su nariz en mi pelo, aspirando como si quisiera devorarme entera.

—Joder, hueles tan jodidamente bien —gruñe, su aliento caliente recorriendo mi piel y provocando que se me erice cada centímetro—. Quédate quieta, nena. No quiero que te muevas.

Mi corazón late con fuerza, como si estuviera a punto de estallar. Intento moverme, alejarme de él, pero su agarre se aprieta aún más en mi trasero. No hay escapatoria. Su mano es como una maldita pinza, y su cuerpo... su polla sigue empujándose lentamente contra mí, buscando abrirse paso. Lo siento duro, caliente, presionando justo en mi entrada, provocando un escalofrío que me atraviesa todo el cuerpo.

—Matteo, déjame moverme —siseo, intentando sonar más firme de lo que realmente me siento. Pero ni yo me lo creo. Estoy aterrada y excitada a la vez, atrapada entre querer que pare y rogarle que siga.

—No tan rápido —me susurra, su voz teñida de una maldita sonrisa que no puedo ver, pero sé que está ahí. Su nariz sigue enredada en mi pelo, inhalando como si mi olor fuera lo único que pudiera salvarlo—. Eres mía, Amy. No puedes escapar de mí tan fácilmente.

Su glande rozando mi clítoris, y un gemido bajo escapa de mis labios antes de que pueda detenerlo. Está jugando conmigo. Cada movimiento es lento, controlado, como si quisiera torturarme. Y lo está logrando. Mi coño está mojado, mis muslos tiemblan, y cada roce de su polla contra mí solo hace que lo desee más. Joder, lo odio.

—Matteo, para... —intento decir, pero ni yo me lo creo.

No quiero que pare. Mi cuerpo le pertenece ahora mismo, y maldita sea, lo sabe.

Su risa baja y profunda resuena en mi oído, y puedo sentir su satisfacción.

—¿Para qué? —murmura, su lengua rozando el lóbulo de mi oreja mientras sigue presionando su polla contra mi coño, justo en el borde, jugando con mi necesidad—. Sabes que te gusta esto, Amy. Te gusta cuando te tengo así, cuando te hago sentir que eres solo mía.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora