Capítulo 30:

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                              NEW YORK.















Matteo.

Amy está encima de mí, y aunque el sol comienza a asomarse, no me importa. Miro su cuerpo desnudo, las marcas que le dejé en su piel, mordidas y moretones en sus tetas, cuello, abdomen. Ella duerme profundamente sobre mi torso, su respiración lenta y pesada, ajena al desastre que es nuestra situación. Me gusta verla así, vulnerable, marcada por mis manos y mis dientes, una jodida obra de arte macabra que sólo yo puedo crear. Es mi lienzo, y no hay nada más placentero que verla con las huellas de lo que le hice.

Su cabello está esparcido sobre mi pecho, y mientras la miro dormir, recuerdo cómo se movió toda la maldita noche, follándome como si estuviera en guerra consigo misma. Los tatuajes en su piel me recuerdan quién es: una guerrera. Pero esa mierda del nombre de "Derek" en su nuca me enerva. Es un recordatorio de que alguna vez pensó en mi mejor amigo. Eso lo cambiaré, tarde o temprano. La única marca que debe importar es la que yo dejo.

Despierto con mi polla aún dura, presionando contra su coño. El calor de su cuerpo me está volviendo loco, y sin pensarlo, empiezo a moverla contra mí. Mis manos agarran su trasero con fuerza, su piel suave y caliente bajo mis dedos. Su coño está tan mojado que deslizarme dentro de ella es como volver al puto paraíso. Sin advertirle, me entierro en ella de un solo golpe. La sensación es tan jodidamente intensa que casi me corro al instante.

—Mierda, Amy —gruño, sintiendo cómo me envuelve, tan estrecha, tan caliente.

Empiezo a moverme, embistiéndola como si fuera una maldita bestia, duro, sin compasión, como si su único propósito fuera hacerme sentir. Sus gemidos empiezan suaves, pero cuando abre los ojos y nuestras miradas se encuentran, sé que está despierta, que me siente completamente dentro de ella.

—¿Te gusta esto, muñeca? —le murmuro con malicia al oído, mientras sigo embistiéndola, cada vez más profundo.

—Sí... —jadea, aferrándose a mis hombros, como si eso la fuera a salvar.

Sus gemidos me vuelven loco, y aumento la velocidad, la fuerza. Tomo sus tetas en mis manos, chupando uno de sus pezones con voracidad mientras la miro retorcerse encima de mí, moviéndose al ritmo de mis embestidas, rápida y desesperada.

—Eres mía, Amy. Siempre lo serás —le gruño entre dientes, y la pura idea de que nadie más puede tenerla me hace embestirla con más fuerza.

Ella no puede hacer otra cosa que gemir, su cuerpo temblando cada vez que entro en ella. Le doy una palmada en el trasero, duro, disfrutando del sonido y la sensación de su piel contra la mía.

—Dilo —exijo, mi voz áspera—. Dime que eres mía.

—Soy tuya, Matteo —grita, su voz rota, sin aliento.

La beso, un beso feroz y lleno de deseo mientras sigo follándola. Mi mano sube a su cuello, apretándolo lo justo para que sienta mi control, para que sepa quién manda aquí. Estoy tan cerca del límite que todo en mi cuerpo arde.

—Mierda... voy a correrme —gruño, sintiendo cómo su coño se aprieta alrededor de mí, casi pidiéndolo.

Ella llega primero, su cuerpo sacudiéndose mientras se corre, sus fluidos empapando mi polla. Sigo moviéndome dentro de ella hasta que no puedo más y me corro, llenándola, mis embestidas erráticas mientras la marco con mi semen. Es el único sello que quiero en su cuerpo, el único que importa.

Saco mi polla de su interior, observando cómo nuestros fluidos corren por sus muslos. La inclino y la beso, intenso, rudo, mi manera de recordarle lo que es.

𝐓𝐞𝐧𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐏𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 [+𝟐𝟏, 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐀𝐋, 𝐑𝐄 𝐒𝐔𝐁𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora