Valentin no puede pasar de página su ex relación, vive en la nostalgia que ésta le causa y solo piensa en que hubiera pasado si las cosas fueran diferentes.
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La noche se despliega como un manto oscuro y silencioso que envuelve el mundo. En sus horas de quietud, los susurros del viento y el suave murmullo de la naturaleza se entrelazan en una melodía melancólica. Las luces tenues parpadean, creando un ambiente íntimo y misterioso. Bajo el manto estrellado, los pensamientos se vuelven profundos y reflexivos, mientras que los recuerdos y las emociones encuentran refugio en la penumbra. Es en la noche donde afloran los sueños y las esperanzas, pero también donde se esconden las sombras de la soledad y el anhelo. En cada rincón oscuro, se gesta una poesía silenciosa que solo aquellos que se adentran en la noche pueden apreciar.
La primer oscuridad había llegado, después de lo ocurrido el castaño trató de fingir demencia y se sentó en el lugar que estaba ocupando antes, con el aire cargado de pérdida e indecisión. Sus amigos trataban de incluirlo a las charlas de todas las formas posibles, pero con su cabeza perpleja totalmente desorientada y las miradas asesinantes de Matias y Julian, solo lo hacían ponerse peor. Alejo fue el único que le prestó demasiada atención a su amigo, el siempre era, como ellos lo llamaban, un "encantador animal social", solo que ahora estaba completamente apagado, y se notaba, muchísimo.
Véliz reflejaba en su rostro preocupación por el castaño y cuando obtuvo el contacto con sus ojos le señaló la pantalla de su celular. Vio como se encendía con un mensaje apareciendo en ella.
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Trató de restarle importancia, de verdad lo había hecho. Pero era imposible teniendo a los dos chicos cerca de el, lo estaba matando, no tenía control suficiente por sobre sus actitudes, necesitaba irse, ahora.
Leyó el mensaje un par de veces, sabía que si le contaba iba a ser mucho mas fácil que tener que aguantarse eso solo, siempre había sido un chico fuerte, toda su vida llegó a bancarse situaciones que requerían de urgente ayuda, dispuesto por y para los demás pero con mil mambos en su cabeza, estaba por explotar y necesitaba largar todo. Lo pensó unos segundos y le hizo una seña al morocho para que vayan hacia arriba, les dijeron a sus amigos que ya volvían y se dirigieron a una de las habitaciones.
