Luka parece suspirar, sin saber en realidad si está haciendo lo correcto. Él fue el que dijo que deberían separarse, el que lo incitó todo. Y ahora es él el que verdaderamente sufre, aunque no puede dejar de pensar que tal vez ella ya no lo haga.
¿Qué pasa si ya lo ha superado?
Su olor lo está volviendo malditamente loco. Como el primer día que identificó aquel dulce y fresco aroma.
A penas a conseguido dejar las maletas en el hotel antes de correr a la dirección que Luna le dio. Necesitaba saberlo, que era de ella, donde estaba, que hacía. Todo.
Más de un año ignorando sus instintos de sobreprotección le estaban al fin pasando factura. Jamás había conocido a un lobo que pasase tanto tiempo sin su mate y no hubiese perdido la cabeza... Aunque tal vez él era el primero.
Porque ahí estaba, frente aquella puerta de madera gastada en el segundo piso de Rosse Parsons Avenue. Y huele tato a ella, a su mate, que apenas puede pensar con claridad. El lobo en su interior gruñe moviéndose inquieto, haciendo acto de presencia por primera vez en más de un año.
- Venga, Luka. No seas cobarde.- Se anima a si mismo dando los últimos pasos antes de llamar con fuerza.- Así ya la perdiste la última vez.
El tiempo se le hace eterno mientras espera nervioso, cambiando el peso de un pie a otro con la necesidad de verla creciendo a pasos agigantados en su interior.
Es su casa, está seguro porque huele a ella, pero puede que no esté, porque pasa un minuto y nadie abre.
Sin embargo, y cuando va a llamar a la puerta de nuevo, esta se abre de golpe y no le recibe quien esperaba. Definitivamente, no a su rubia Omega.
Su mundo cae a sus pies cuando el hombre al otro lado le observa con gesto serio mientras se seca las manos en un paño de cocina.
- ¿Quieres algo?
Harper mira de arriba a abajo al enorme hombre que ha llamado a la puerta. Harper tampoco pensaba encontrarlo a él, si no a Sara, que no ha podido abrir con tantas bolsas de la compra.
No es su rubia amiga.
Su pelo castaño oscuro y su postura amenazante y tensa no le dan buena espina, por lo que entrecierra la puerta cerrándole de forma obvia el paso y evitando que el extraño eche una ojeada al interior. Así, aunque los ojos de Luka tratan de buscar a su mate en el interior, aquel idiota le obliga a retroceder un paso.
Pero son sus ojos, esos ojos grises y profundos, los que se le hacen demasiado familiares. Aunque no comprende de dónde.
- Yo...- Luka se queda completamente paralizado durante apenas un segundo ante aquel humano, sin saber que hacer.- Busco a Sara Dixon. ¿Vive aquí?
- No conozco a ninguna.- Es rápido en contestar seguro de sí mismo.- Seguramente te hayas confundido de edificio.
Pero Luka sabe que miente. Su lobo gruñe por ello, aunque trata de disimularlo guardando con rabia las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.
No puede hacer nada. No puede explicarle a un humano corriente que puede sentir el olor de su mate en la casa, en él, en todo.
El Beta suspira cerrando los ojos, ante la atenta mirada de Harper que no piensa retroceder en lo que para él es una convincente mentira.
- Quizá si me haya equivocado.- Finge una sonrisa el castaño queriendo en realidad ahorcarle hasta obtener las respuestas a sus tantas preguntas.- Perdona las molestias.
- No es nada.- Sonríe el de pecas de la misma forma tensa.
Sin embargo, Luka no se mueve durante unos segundos más. Mirándose el uno al otro como si de un reto se tratase. Aunque, la realidad es que no puede separarse de aquella puerta, como si algo tirase de él. Su lobo le ordena que entre, aunque sea a la fuerza rogando por la necesidad de recuperarla.
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El Regalo Del Beta
WerewolfLo que la Diosa Luna ha unido, no lo separa nadie, por mucho que Luka y Sara se empeñen en ello. La pareja de mates, después del doloroso tira y afloja de dos años, terminan en lo que parece una separación definitiva. Así es mejor. Un Beta como él m...