Vacaciones

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Debía terminarlo.

Aquello que comenzó hace tres días antes de que otros asuntos le ocuparan... Como el intento de asesinato de su Alpha y Luna.

A pesar de haber dejado aquella conversación a medias, a pesar de las quejas de ambos lobos, quedaron en que lo mejor sería poner punto y final a aquella historia que apenas habían dejado comenzar.

Si. Fue él el que ofreció que se rechazaran, provocando ese gesto de dolor en su propia mate que jamás se borrará de su mente. Pero fue ella la que insistió en que no debían estar juntos. Haciéndole creer que no la merecía... Ni ella a él.

Pero, mientras ese hombre, de gran altura y pelo castaño y algo descuidado, camina a grandes zancadas hacia su casa por la ahora tranquila manada, se da cuenta de que no puede hacerlo.

Su olor a azahar y lluvia, creado exclusivamente para él. Su cuerpo tan pequeño y perfecto hecho para encajar con el suyo. Sus carnosos labios en los que experimentó más de una vez la sensación de sentirse completo. Son las pequeñas cosas que sabe que no encontrará en otra persona jamás.

¿Cómo dejarla ir después de haberla probado? Tal vez ese fue su mayor error.

Luka se detiene frente a la puerta de la pequeña y reconocible cabaña de golpe. Un extraño y mal presentimiento se instaura en su pecho.

- Sara. Sara abre la puerta.- Insiste el hombre aún con el nudo en el estómago y la voz ronca.- Debemos hablar.

Un silencio sepulcral es todo lo que obtiene a su pedido.

- Por favor. Se que no quieres hacerlo, y yo tampoco.- Confiesa con un suspiro el Beta cerrando los ojos con dolor.- Pero la Diosa se confundió con nosotros y tanto tú como yo merecemos una oportunidad en otro lado.

A pesar de haberse abierto con sus sentimientos, nada. No hay respuesta.

- Por lo menos déjame verte y ya hablaremos de lo del rechazo.- Trata de negociar contra la nada.- Tenias algo importante que decirme. Hablemos de eso entonces primero.

Ni siquiera su oído de licántropo puedo escuchar nada entre aquellas paredes y eso, sumado al nerviosismo irracional de su lobo, es suficiente para abrir de un fuerte golpe la puerta sin pedir permiso ni esperar más respuesta.

El frío le recibe de golpe. El frío de una casa totalmente vacía. Los muebles están en la misma posición, pero no hay tazas sobre la mesa, ni las revistas de jardinería en la encimera de la cocina. Y, sobre todo, casi no queda rastro de delicioso olor de su mate.

- No...- Murmura con la voz rota llevándose las manos a la cabeza como si se tratase de una pesadilla.- ¡No, no, no!

Siente su mundo desvanecerse cuando ve el teléfono móvil sobre la misma encimera, y comprende lo que verdaderamente está pasando.

Su lobo aúlla de dolor y sufrimiento y las manos de Luka tiemblan mientras trata de mantener el control. Sus ojos grises no pueden dejar de inspeccionarlo todo, desesperado, como si tuviese la tonta ilusión de que fuese a aparecer detrás de alguna esquina, aunque fuese con su característico ceño fruncido de molestia hacia él.

- ¿A dónde te has ido?- Grita contra la nada perdiendo la poca paciencia que le queda. Creyendo volverse loco.

Supuso que estaría con ella toda la vida. Que a pesar de que la rechazase, podría seguir viéndola por los pasillos o espiarla en las fiestas y reuniones como el cobarde que era.

Pero se equivocó porque ya no está. Se había ido.

La ha perdido para siempre y se ha llevado un pedacito de aquel hombre... O dos.

El Regalo Del BetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora