Nueva vida

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La maleta pesa más de lo que debería. Sara, con las prisas, no recordaba haber metido tanta ropa. Pero de lo que no se da cuenta es que no es lo material lo que pesa, si no el corazón roto y los recuerdos que lleva a cuestas.

No es su maleta, es su pecho el que hace que sus pasos se ralenticen. El viaje en avión ha sido una auténtica pesadilla, y la mujer que se sentaba a su lado no paraba de verle con mala cara por haber llorado durante las cinco horas de vuelo.

Pero no podía evitarlo. En Los Ángeles ya estaba amaneciendo, y en Moonwild sería medio día, por lo que Luka ya se habría dado cuenta. O quizá no. Porque nunca le ha importado demasiado si está o no.

- ¡Taxi!- Con la mano estirada se asoma por la carretera llamando la atención de uno de los coches que pasan.- ¡Taxi!

Cunado frena frente a ella suspira antes de meter la maleta en el maletero y entrar en el coche, infundiéndose valor.

- ¿A dónde te llevo?

El hombre parece animado cuando pregunta, mascando chicle echando un vistazo a la loba desde el espejo retrovisor.

- Al Hotel Palm Inn, por favor.

- ¿Está de vacaciones?

- No.- Niega mirando por la ventanilla.- Creo que me quedaré bastante tiempo.

El suspiro sonoro no pasa desapercibido para el chofer que ojea como la hermosa rubia mira todo a su alrededor con ojos tristes.

- Si. Los Ángeles puede ser un poco caótica y abrumante. Pero, por lo que veo, buscas un nuevo comienzo. Y no hay mejor sitio para eso.

Para cuando el hombre ha dejado de hablar el coche se ha detenido y aún ella no ha respondido. Un enorme edificio con el cartel de "Hotel" en luces rojas le intimida. Acostumbrada a la naturaleza y luz natural del bosque de MoonWild.

- Gracias.

Sara se despide antes de quedarse de nuevo sola, en aquella acera con la maleta colgada del brazo. La recepción del edificio no es demasiado lujosa. Todo lo que se puede permitir con su escaso dinero hasta que encuentre un hogar.

Pero cuando se acerca a la mesa no encuentra a ningún recepcionísta. Solo el timbre gastado sobre ella que no duda en pulsar. De nuevo, y para su desgracia, nadie viene al llamado.

- ¿Necesita algo?

Sara se gira de golpe asustada cuando una voz suena, demasiado cerca de ella, pero a su espalda en vez de en la recepción. Por instinto una mano baja hasta su vientre, demasiado poco abombado para dejar como evidente su embarazo.

Es entonces cuando ve a un hombre, un muchacho más o menos de su edad. Es humano. El taxista también lo era, pero no había estado tan cerca de ella. Supone que tendrá que acostumbrarse a estar lejos de los suyos.

Sus ojos oscuros la recorren de arriba a abajo, pero es su sonrisa sincera y juvenil lo que le hace bajar la guardia, tan solo un poco.

- Necesito una habitación. No sé cuánto tiempo voy a quedarme, y no tengo mucho dinero.- Habla nerviosa Sara mientras revisa en su bolso para sacar todo lo horrado.- Puedo pagarte por adelantado, hasta que encuentre un trabajo yo...

- Tranquila.- El joven la detiene de golpe esperando que se calme. Le entretiene la angustia de la rubia que le extiende el dinero como si fuese a cogerlo ahora mismo.- No trabajo aquí.

- Perdona. Yo... Pensé que...- El sonrojo es tan evidente que tiene que bajar la mirada, guardando con prisa todo en su bolso.

- Que vergüenza.- Es todo lo que termina diciendo con una tímida sonrisa.

El Regalo Del BetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora