|Capítulo 7| minutos de tensión por la sangre dulce

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–No sabes cuánto te extraño hermano mío, en serio te pido perdón por todo el mal que te eh echo, no te supe valorar y ahora que no estás a mi lado no puedo aguantar este vacío, y todo por haber sido irresponsable contigo– Mario estaba en el marco de la ventana, mirando la luz; la alegría; la calma y las flores en ese pequeño jardín que daba a su habitación

–no te preocupes Mario, vamos a recuperar a Luigi aunque tenga que darle una paliza a esa bola de nieve voladora– Centella siempre estaba allí para alentar a los héroes, pero ahora era más complicado sabiendo que Mario estaba en un estado de tristeza y preocupación complicado y no sabían el estado del de verde

Mario dio una pequeña sonrisa y abrazo a la representante de los espíritus estelares –gracias Centella por estar para nosotros–

–No hay de que mario.–

–oye pequeño saco de sangre, ¿anoche no escuchaste una clase de chillidos por los ductos de la mansión?– preguntó el Monarca mientras acariciaba y arreglaba el cabello del joven recién despertado

–no, su majestad, no escuché ninguna clase de chillidos anoche, perdón por no saciar su curiosidad– en realidad sí había escuchado los chillidos y sabía perfectamente de quién eran –me permite usar su baño personal? mi Rey– hizo la pregunta de manera calmada y dócil

–de acuerdo, tienes permitido utilizar mi baño– antes que el joven de cabellos castaños se levantará de la cama, el Soberano lo atrajo hacia él y le plantó un beso en las comisuras de esos labios que aún seguían marcados por lo sucedido en la noche anterior

Mr.L camino con tranquilidad al baño, entro y lo primero que hizo fue verse al espejo, notando esas horribles marcas que tenía por sus labios; cuello y clavícula –maldito Ente de mierda... maldita mierda hambrienta nos va a terminar devorando un dia de estos, tengo que salir de aqui antes que pase eso... menos mal yo tome el control del cuerpo ya que de seguro Luigi ya se hubiese dejado devorar por la culpa de la maldicion que lo tiene mal– observo que el reflejo cambio mostrando el de Luigi el cual tenia un brillo lavanda en su mirada y un rostro algo cansado pero con una gran sonrisa amable y con esa asquerosa gorra violeta «ya te dije que Boo nos ama y esas marcas solo son para demostrar que nos ama, aceptalo Lu» –no nos ama, te tiene hechizado y esa maldita mierda no te deja de cegar, mierda maldita mierda asquerosa de Monarca– con enojo alzo su puño y con fuerza golpeo el cristal rompiendolo en pedazos los cuales algunos se clavaron en su mano y otros salieron volando, otros cayeron en su rostro haciendose pequeños cortes, comenzo a jadear por la impotencia y la mezcla de emociones que estaba experimentando hasta que escucho la voz del Fantasma el cual le sujeto el rostro para limpiarle los rastros de sangre

–Luigi querido que te paso porque rompiste el espejo? aunque... no te preocupes tu sangre no se va a desperdiciar– con una de sus manos hizo desaparecer los rastros de cristal y comenzó a beber la sangre que salía del puño del humano hasta que vio su rostro donde observo que tenia sus ojos blancos –querido por que tus ojos no tienen color? no creo que sea culpa de la maldición o quizas si, debi haberla probado antes con otra criatura, yo adoraba ver ese hermoso oceano que tenias en tu mirada– acaricio el rostro del Bandido el cual tenso la mandibula por terror al ver que el Fantasma se fijo en la falta de color en sus vacios ojos

–amm yo... yo.. no lo se– no tuvo más opción que dejar salir a Luigi ya que no importaba que excusa buscase ninguna le iba a servir así que agacho la cabeza cediendo le el puesto al chico el cual algo desorientado se sobo los ojos y al ver a su Rey frente a él se abalanzó y le dio un furtivo beso el cual sorprendió al Monarca –lo amo mucho su majestad– el Ente estaba sonrojado por ese cambio tan confuso del humano pero no le dio tanta importancia

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