|Capítulo 6| pesadillas y espejos espectrales

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–¡¡FRATELLO, SÁLVAME POR FAVOR TE LO SUPLICO NO QUIERO SEGUIR EN ESTA MANSIÓN!!– Mario se quedó con el corazón congelado al mirar a su querido hermanito siendo arrastrado por varias manos fantasmagóricas llevándolo hacia las entrañas de la mansión, unos ojos violetas intensos iluminan el interior detrás de las grandes puertas de entrada

Suena una risa escalofriante, que los hermanos reconocen sin dudar ni replicar –no puede ser– una corona con un fragmento de la Dark Moon –no el por favor, no te lo lleves, es mi único hermano lo último de mi familia– un cuerpo esbelto, lleno de elegancia con una sonrisa tan macabra que hace temblar hasta las piedras –¡¡POR FAVOR BOO REGRESAME A MI HERMANO, NO TE LO LLEVES POR FAVOR!!– nada... Solo un silencio sepulcral , Luigi y la mansión ya no estaban a la vista de Mario, se lo llevaron... Y él no pudo hacer nada para detenerlo... nada

–¡¡MARIO DESPIERTA!!– gritaron los toads al unísono, estaban preocupados por Mario el cual llevaba media hora llorando y gritando en medio de la noche

De un sobresalto se despertó y miró a su alrededor –solo.. solo fue una pesadilla... No... No fue real– volvieron los sollozos, los dos toads abrazaron al de rojo para consolarlo –sólo fue una maldita pesadilla de mierda... solo...– empezó a llorar a mares mientras no dejaba de pensar en su querido hermano.

–Ay~ me duele todo– sollozo Luigi, en el minuto que se despertó deseo no haber abierto los ojos y sentir de nueva cuenta la paliza que le dieron, intentó moverse pero el irritante dolor no lo dejo asi que decidio dejar de intentarlo hasta que escuchó las puertas de la habitación ser abiertas y volver a sentir ese ambiente gélido que se sentía cada vez que la presencia de un fantasma estaba presente

–Buenos días querido, te traje un poco de comida, un champiñón junto a una infusión de plantas medicinales, espero que con este pequeño cuidado y alimento me perdones, no quería lastimar tu bello cuerpo de esta manera tan grotesca– dejó la bandeja en la mesita que estaba a la par, para sentarse en la orilla de la cama e iniciar a acariciar la delicada cara del Chico, pasando los dedos por el cachete de este y sintiendo esa calidez que solo los seres vivos poseen en sus cuerpos

–Si-sí su m-ajestad l-o lo dis-culpo no se preocupe, yo~ yo se que no lo hizo con esa intención– se rió levemente, con algo de miedo miraba al Monarca, tenía una cierta alerta de que ese día otra vez solo pasaría en cama...

Pasó un largo rato acariciando el rostro del chico hasta que pasó su dedo por los labios de este, recordó que le había traído alimentos así que reaccionó y puso la bandeja sobre su regazo y con su magia incorporó el cuerpo del humano el cual sintió dolor por eso pero se olvidó de eso al ver que el monarca le estaba proporcionando un bocado de alimento con la ayuda del utensilio –vamos querido, tienes que comer, se bueno y come si no quieres que te deje el dia entero sin probar bocado– amenazó como de costumbre así que con miedo abrió la boca y de forma temblorosa empezó a masticar después de que el Boo le había dado el pedazo de comida, el Ente se acercó al oído y de forma provocativa le susurro –me encanta cuando eres tan calmado y obediente, tanto que me dan ganas de besarte hasta dejarte los labios azules.–

–Mario ¿te encuentras bien? Has estado demasiado distraído toda la mañana– preguntó el capitán toad quien acompañaba a Mario en la compra de más víveres para seguir el camino

–Si, si capitán, solo estoy preocupado por Luigi, quien sabe que le hará esa pelota de golf voladora– uno de los tantos apodos que Mario tenía para King Boo

Después de comprar lo necesario partieron hacia el castillo de Bowser, en lo que iban de camino se encontraban los secuaces del Koopa para retrasar su llegada, Mario junto el capitán toad iban peleando con cada secuaz y ayudando a cada pequeño poblado de toads que estaban siendo atacados por kamek y los koopalings –¿cuanto falta para llegar al castillo?– preguntó el capitán algo cansado de caminar y de escuchar al maestro kinopio y sus murmullos

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