|capítulo 2| la aparición del encuentro y el festival del secuestro

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Faltaba relativamente poco, en los días posteriores los Hermanos Mario no habían tenido buenos dias de descanso ya que tenían que ayudar y a la vez seguir buscando el retrato el cual nunca apareció en la casa –perdoname hermano por no poder salir este día a pasear contigo, Peach me pidió que fuese por un contratiempo que hubo pero no es necesario que vayamos los dos asi que tu puedes salir a relajarte un poco que lo necesitas demasiado– dijo el plomero de rojo con un gran cansancio

–no te preocupes hermano y esta bien yo ire con Doggy a pasear, se que los preparativos del festival son estresantes pero estoy seguro que todo saldra de maravilla, ya lo veras Fratello– sonrío con alegría y le dio un abrazo a su hermano antes de salir. Mario salió de la casa y Luigi se quedó un rato en su habitación mirando el álbum, acarició la tapa de esta y le dio una ojeada, deteniéndose en la primera página de la zona de los Boos, viendo que hacía falta la foto del más importante de todos –¿donde estaras Boo?– algo desanimado miro la pagina, se sentía un inutil por haber perdido el retrato del rey Fantasmagorico «aceptalo de una vez, la perdiste y hoy por tu culpa va a pasar una tragedia como siempre pasa cuando metes la pata» oír esa voz le frustro demasiado pero como era de costumbre, Doggy el perro fantasma de luigi aparecio para subirle los ánimos a su dueño –esta bien Doggy, saldré contigo a dar una caminata pero ya deja de bañarme de baba– el perro se alegró tanto que empezó a dar vueltas por la habitación mientras ladraba de alegría; después de haberse limpiado la baba, luigi salió con doggy a pasear por el bosque que estaba detrás de su casa.

Por otro lado, el Conde de las pesadillas había llegado a una mansión la cual estaba deshabilitada, se le hacía raro que el Monarca le haya pedido ir a ese lugar abandonado –¿está seguro que este es el lugar? Parece una pocilga abandonada– saco asimismo miró el retrato viendo así la cara de enojo del Espectro

–pocilga tus cojones, este lugar está mejor cuidado que tu asqueroso lugar de colorines brillantes los cuales les causan epilepsia a cualquiera– realmente se ofendió por haber escuchado la forma en la que llamaron a una de sus queridas mansiones

–si usted lo dice su majestad pero no es motivo para hablar de esa forma tan vulgar– examinó un buen rato el lugar hasta que volvió escuchar otra queja del monarca

–si te pedí que vinieras aquí es para que me liberaras y mas te vale hacerlo, hasta aquí se te nota que eres de la raza de los fantasmas y que no se te olvide que yo soy el rey, así que si no quieres terminar debajo del sol desintegrado será mejor que me sueltes ya de esta prisión– su actitud era más amarga y ácida que un limón pero el conde no le tomo importancia a eso y soltó una risa en forma de burla

–mi querido ser, para su informacion yo soy inmune a la luz solar, claramente me molesta al igual que a usted pero a mi la luz no me mata, solo me debilita así que no hay por qué amenazar a alguien que lo está ayudando, rey Boo– mostró sus enormes colmillo al ensanchar su sonrisa la cual se volvió afilada

El Monarca farfulló y el Conde al cabo de un solo tirón rompió el retrato haciendo que todo el ambiente se volviera más frío y terrorífico viendo a una figura enorme y esférica entre toda esa oscuridad, se vieron dos puntos violetas brillar con fulgor y luego se pudo ver el enorme Ente que era el rey Boo el cual tenía un semblante amargado –¿y bueno, Dónde están mis Boo's revoltoso?–

–Boos?.. Amm... Yo solo conseguí su retrato... no me dió tiempo de agarrar a los demás Fantasmas así que, todos tus Boos están en el libro–

–¿¡¡CÓMO QUE SOLO CONSEGUISTE EL MÍO!!?– exaltó el Ente, sujetando al Conde por su moño y levantándo lo –¿¡¡POR QUE PUTAS SOLO CONSEGUISTE LA MÍA!!?– realmente estaba enfadado y se le notaba en sus ojos los cuales brillaban como el fuego –¡¡AHORA COMO HARÉ PARA QUE ME PUEDA VENGAR DEL ESTUPIDO FONTANERUCHO DE PACOTILLA!!– lo lanzó con fuerza, haciendo retumbar una pared y al chocar se pudo escuchar el quejido del vampiro el cual casi se queda sin aire.

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