Capítulo XIII

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[ La evidencia]

Lys

Estaba en la sala de espera de la estación de policía, lista para prestar una declaración formal sobre lo que presencié la noche en que Emily desapareció. La verdad, esperaba esto; sabía que iba a suceder en algún momento, pero nunca pensé que sería tan pronto.
Mis pies inquietos evidenciaban mi nerviosismo. Intentaba controlarme mentalmente, ya que todo esto era nuevo para mí.

De repente, la puerta que estaba al lado de donde me encontraba sentada se abrió, y de ella salió el joven detective que había visto la última vez.

—Señorita Davis, por favor, pase a mi oficina —me dijo con una sonrisa, lo que no hizo más que aumentar la ansiedad que inundaba todo mi ser.

— Está bien — respondí, levantándome de la silla y siguiendo sus indicaciones.
Una vez dentro de la oficina, la realidad de la situación me golpeó de lleno. Era demasiado para asimilar: existía una posibilidad real de que yo pudiera ser la próxima víctima. La carta del individuo que se autodenominaba "el cazador" dejó claro que esto era un juego para él, y que todo se regía bajo sus reglas.

No quería pensar eso en ese momento.

Respiré hondo, tratando de alejar los pensamientos negativos.

— Por favor, tome asiento — me indicó al verme de pie frente a su escritorio. No quería parecer una estudiante universitaria vulnerable, incapaz de resolver sus propios problemas. La vida siempre me ha enseñado a ser fuerte. Sin decir una palabra, asentí y me senté frente a él.

— No esté nerviosa, señorita. Le haré algunas preguntas y usted responderá de acuerdo a lo que vio. Si tiene algo más que agregar sobre lo sucedido, será de gran ayuda para resolver este caso. ¿Entendido?

— ¿Debería tener un abogado presente? —pregunté, recordando las escenas de las películas que había visto donde los sospechosos solían hacer esa pregunta. Sin embargo, el detective solo sonrió ante mi cuestionamiento, algo que me resultó extrañamente familiar.

— Si considera que es necesario, el estado le proporcionará un abogado. No tengo inconveniente en posponer la entrevista —respondió, lo que significaba que tendría que pasar por todo esto de nuevo.

— No, está bien, podemos continuar. Solo quería estar segura, no estoy muy familiarizada con estos procedimientos.

— Entiendo su nerviosismo, señorita Davis...

— Por favor, llámeme Lys, detective. Cada vez que escucho mi apellido, siento como si estuviera en un examen final -le interrumpí, recordando cómo mis profesores siempre me llamaban por mi apellido con una voz severa que te hacía sentir pequeño.

— Muy bien, Lys. Me gustaría comenzar, si estás de acuerdo —me dijo, a lo que asentí. A partir de ahí, las siguientes dos horas se convirtieron en un torrente de preguntas, hasta que llegué a un punto en el que estaba mentalmente agotada. De repente, me di cuenta de que estaba cambiando la forma de formular las preguntas, repitiendo algunas de las anteriores. No entendía por qué lo hacía, y me dolía la cabeza por tener que repetir lo mismo una y otra vez.

Finalmente, cuando concluyó la entrevista, firmé la declaración al pie de la hoja, pero no sin antes leer todo lo que había escrito.
Estaba decidida a asegurarme de que todo estuviera tal como lo había declarado. El miedo de que mis palabras fueran sacadas de contexto era palpable, pero en algún lugar de mi ser, buscaba depositar mi confianza en el detective Kim y en su proceder.

En un instante, alguien tocó la puerta de la oficina del detective. Él permitió la entrada de la persona que estaba afuera, y cuando lo hizo, vi a una oficial de policía. La mujer, que parecía rondar los cuarenta, llevaba en sus manos varias carpetas de archivos y una caja con la inscripción: "Evidencia M.O".

Mi Destino Lleva Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora