CAPÍTULO XXIX

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[ Decisiones Divididas. ]

Lys

Tres días habían pasado desde mi declaración, y una semana ya, desde que me ingresaron en el hospital. A pesar de que ya me sentía bien físicamente y la posibilidad de recibir el alta médica se presentaba mucho antes, lamentablemente, no se pudo concretar.

Después del golpe, la visión de mi ojo se había tornado borrosa y continuaba estando morado, una condición que los médicos habían diagnosticado como una contusión ocular. Esta lesión requería de cuidados especiales y seguimiento médico constante, para evitar complicaciones como el desprendimiento de retina. Por lo tanto, me habían mantenido en observación durante varios días más de lo esperado.

Todos los días, un enfermero se presentaba en mi habitación con unas gotas especiales, diseñadas para aliviar la inflamación y restaurar mi visión. Con cada dosis administrada, podía percibir una sutil pero constante mejoría. Mi visión, que antes se asemejaba a la de un cristal empañado, ahora comenzaba a despejarse gradualmente. Así transcurrían los días, marcados por las visitas regulares al oftalmólogo, quien supervisaba de cerca mi recuperación.

El reloj marcaba las diez de la mañana cuando la puerta de mi habitación se abrió para dar paso al médico, cuyo rostro se iluminó con una sonrisa. Con un tono de alivio en su voz, me comunicó que, tras analizar los últimos resultados de las pruebas, estaba en condiciones de darme el alta. Mi visión, que había mejorado de manera notable, y la contusión, que estaba en buen camino de recuperación, eran testimonio de ello. A pesar de que aún se podía apreciar un ligero matiz morado alrededor de mi ojo, el dolor había desaparecido y mi visión era clara.
Ahora me encontraba sentada en la cama del hospital, esperando a que Jungkook llegara. Había estado a mi lado durante todo este proceso, brindándome apoyo y haciéndome compañía. A pesar de la situación, estaba ansiosa por verlo y finalmente poder irme a casa, pero al mismo tiempo, tengo cierto temor de volver.

La puerta de la habitación estaba medio abierta, así que cuando vi a Jungkook aparecer por la misma, una sincera sonrisa se formó en mis labios.

— Hola mi flor. —se acercó hasta mí y  depositó un suave beso sobre mis labios, seguido de eso, me rodeó en un cálido y reconfortante abrazo, que correspondí enseguida rodeando su cintura, mientras continuaba sentada sobre la cama. — ¿Cómo te sientes?

— Ahora estoy mucho mejor. —respondí sintiendo el calor que su cuerpo me brindaba. Mi cabeza estaba apoyada sobre su pecho, donde podía escuchar el tranquilo latir de su corazón.
Conversamos unos minutos, mientras le contaba todo lo que él médico me había dicho, hasta que la enfermera que me había estado atendiendo hasta hoy, llegó a la habitación. La misma expresión amable que vi el primer día que desperté, era la misma expresión que veía hoy en ella. Traía consigo un sobre blanco, el cual nos explicó, tenía dentro el alta firmada por el médico, junto a otros papeles más que eran básicamente, indicaciones que debía seguir si veía, o sentía alguna molestia en mi ojo.

Ella nos dedicó una sonrisa después de explicarnos todo. Por mi parte, lo único que pude hacer fue agradecerle por cuidarme todo este tiempo. Se despidió, dejándonos solos en la habitación nuevamente.

Con un poco de esfuerzo, me levanté de la cama. Jungkook, con una mirada decidida, recogió mi pequeño bolso que descansaba sobre la silla. Parecía ansioso por abandonar el lugar, tanto como yo; pero justo en ese instante, la puerta se abrió nuevamente, emitiendo un chirrido suave pero inconfundible. Un hombre de estatura imponente y semblante serio hizo su entrada en la habitación. Era el detective Kim. Sus ojos se encontraron con los míos y, para mi sorpresa, su rostro se suavizó, dando paso a una sonrisa.

Mi Destino Lleva Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora