Capítulo XXVIII

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[ Camino sin retorno. Venganza. ] 

Jungkook

Nilsson no pronunció ni una palabra cuando me encontró frente a la puerta de su departamento. Su mirada, al posarse en mi rostro, reveló que algo había ocurrido. Sin necesidad de explicaciones, me permitió entrar. Estaba en la pequeña sala, mientras él atendía la llamada de Lys, yo luchaba con el dolor que su decisión había causado. No había sido fácil para mí dejarla en ese momento, pero necesitaba pensar y calmar un poco el dolor que su decisión me había provocado.

Mientras mantenía los ojos cerrados y la espalda apoyada en el sofá, escuché los pasos de Nilsson acercarse. 

— Sé que no has pedido mi opinión, pero como somos amigos, te la daré. Creo que deberías regresar y hablar con ella. Parecía muy angustiada por saber dónde estabas. —lo escuché hablar después de que el silencio entre ambos se extendiera por unos minutos.

— Le dije que la amaba… —confesé recordando el momento en que aquellas significativas palabras salieron de mi boca. — Ella se quedó en silencio. 

 — Mira, no puedo entender cómo te sientes ahora mismo, pero estoy seguro de que Lys te quiere tanto como tú a ella. 

— ¿Y si no es así? —pregunté, me dolía demasiado el pecho como para hacerme a la idea de que me había equivocado. — ¿Y si todo esto es solo un error?

Nilsson se quedó en silencio por un momento antes de responder. 

— No lo sabrás hasta que hables con ella. Y si resulta ser un error, al menos habrás aprendido algo. —me dijo Nilsson. Sentí un nudo en la garganta. Sabía que tenía razón, pero el miedo a la incertidumbre me paraliza. 

Me levanté del sofá, sintiendo un peso extraño, era consciente de que el camino que tenía por delante no sería fácil. Bueno, en realidad siempre fue así, pero era necesario mantenerse fuerte.

Con un último vistazo a mi móvil, observé la hora y me percaté de que ya era tarde. La noche se había desplegado sobre mí. Entonces decidí que tenía que volver. Nilsson se ofreció a acompañarme, ya que al parecer así se lo había prometido a Lys, y porque también quería asegurarse de que estuviera bien. 

Nos subimos a un viejo auto que Nilsson usaba muy rara vez. Me contó que era de su padre fallecido, que ese auto había pasado de generación en generación, y que era todo lo que tenía de su padre. La nostalgia me golpeó. Esos momentos entre padre e hijo yo nunca los había tenido, y me resultaba extraño escuchar a Nilsson hablar de esa forma tan conmovedora de su padre.

Iniciamos nuestro viaje, las luces de la ciudad brillaban como estrellas terrestres mientras nos alejábamos cada vez más del familiar barrio de Nilsson. El rugido constante del motor llenaba el interior, creando una especie de melodía de fondo para nuestras conversaciones. A veces, las palabras se perdían en el ruido, reemplazadas por risas y bromas tontas que surgían espontáneamente de las ocurrencias de Nilsson. Cada risa, cada palabra, parecía aligerar el peso de la inseguridad que llevaba en mi pecho. En ese preciso momento, me di cuenta de que la conversación con mi nuevo amigo había sido necesaria. Había abierto una puerta a un nuevo mundo, un umbral donde las preocupaciones se aligeraban al compartirlas. En ese espacio de confianza, enfrentaba lo que había evitado durante tanto tiempo. Las palabras fluían, liberando parte del peso que llevaba dentro. Era como si Nilsson y yo compartiéramos una carga invisible, aunque no sabía si las respuestas vendrían fácilmente, al menos no estaba solo en mi lucha.

A unas pocas cuadras de la residencia, nos encontramos con un inesperado embotellamiento de vehículos en la calle. Los autos de atrás esperaban a que los de adelante circulen, pero nada se movía. Un poco asustado, de que hubiera un accidente más adelante, decidí bajarme; Nilsson hizo lo mismo. Nos quedamos parados en la acera, tratando de entender qué estaba sucediendo.

Mi Destino Lleva Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora