CAPÍTULO 25. ¿QUÉ TE PASA EMMA?

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Emma.
Estábamos en el jardín, sentadas en una toalla. Allison, Sophie y yo.
A Alli la llamó la profesora Morgan.
Sophie y yo nos reíamos de Matteo que hacía el tonto en un árbol. Hasta que sucedió.
Un disparo acalló las risas. Soph y yo nos miramos y yo dirigí la mirada a la ventana. Me levanté lentamente con la vista clavada todavía en ella y me dirigí a la clase en la que se había producido el ruido.
Las piernas me temblaban cuando entré en aquella habitación y vi a Allison en el suelo.
Una pistola yacía a su lado y me miraba con compasión. Corrí hacía ella. El pelo me calló por el hombro, haciendo de cortina. Las lagrimas me caían por los ojos. Le cogí la muñeca y le probé el pulso.
—¡Ayuda! — grité— ¡Por favor ayuda!— la voz se me quebró en la última palabra.
—Morgan...
Su voz sonaba apagada.
—Si Alli — intenté sonar calmada pero no podía dejar de llorar-ya viene, tranquila.
—No... No, ella —cogió aire —ha sido ella.
Se me paralizó el pulso .
—Alli...— empezó a cerrar los ojos- ¡Ayuda!- empezó a entrar gente en la clase, entre esas personas Jen. —Vamos Allison, no me dejes.

...

No podía dormir. Allison había muerto. Ya no estaba. No... Me interrumpió un sollozo. Me tapé la boca con las manos. No quería despertar a nadie. Había sido la profesora Morgan. Ella la había matado. ¿Cómo podría saber si ella había originado las demás muertes? Además se había ido. Había matado a Alli y se había ido¿Significaba eso que no habría más muertes? Lo peor es que nadie me creía. No siquiera sabía si Jen lo hacía. Me tomaban como loca.

...

Otra vez me encontraba en el camino. Aquel que me traía los peores recuerdos.
Solo había una diferencia. Cuando me vi allí y me preparé para ver morir de nuevo a mi amiga, no encontré nada de eso. En su lugar me encontré a mi misma tapándome los oídos. No escuchaba las voces de mis amigas y compañeros. Solo estaba yo. Fruncí el ceño e intenté acercarme. Pero algo me detuvo. Me miré el pie y vi una mano agarrándome por el tobillo. Abrí los ojos. Había salido del suelo pringoso. Intenté zafarme de su agarre, pero solo aumentó más la presión.
Me agaché para intentar soltarme. Probablemente ese fue el peor de los errores. Pues otra mano salió y me agarró del pelo, tirando en su dirección. La mano que sostenía mi pie lo soltó y se centró en mi cuello. Intenté gritar, pero fue en vano, ya que nada salió de mi garganta. En mi cuello creció la presión y sentí como se me acababa el aire. ¿Me iba a morir?

...

Me desperté agitada. ¿Me iba...?
No. No quería pensar en eso.
No me iba a morir ¿verdad?
Estaba volviéndome loca. Eso es lo que pensé. Solo era una pesadilla.
—No me voy a morir— repetí entre susurros, una y otra vez, como si así se fuera a hacer realidad. Me corté a mi misma al escuchar como algo golpeaba la ventana. Me levanté temblorosa. No era nada, solo una rama.
Volví a la cama y ma pase el resto de la noche mirando al techo, sin saber que hacer.

Corrí todo loque pude hasta la puerta del baño. Me sentía observada. Con el corazón en la boca me metí en el baño, cerrando la puerta a mi espalda. La manija de la puerta empezó a moverse desde fuera. Fui lo más rápido posible a un cubículo, ni siquiera cerré la puerta, noté como alguien entraba en el baño. Me tapé la boca con la mano temblorosa. Cerré los ojos.
—¿Emma?
La voz de Sophie me sobresaltó.
Me quite la mano de la boca y resbalé sobre la pared en la que había estado apoyada.
Las lágrimas resbalaban sobre mis mejillas.
—¿Qué te pasa Emma?

Donde Vive El Miedo //Carmen Pérez Y Blanca CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora