Donde Vive El Miedo //Carmen Pérez Y Blanca Castillo

CAPITULO 18. ¿POR QUÉ YO?

Emma.
Estaba leyendo un libro en la piscina.
Por un momento había olvidado todo lo que ocurría a nuestro alrededor.
Había olvidado que algunas de mis amigas habían desaparecido, que otras simplemente habían muerto y que Jolie lo había hecho por qué yo había llegado demasiado tarde.
Estaba tan metida en la historia que casi no me di cuenta de que Jen venía corriendo hacia mi.
Estaba pálida y casi estaba llorando.
—Emma, no sé cómo ha pasado. Le dije que no lo hiciera. Estaba bien pero se cayó y... y...y...
—Jen, ¿Qué pasa?—dije yo interrumpiendo a mi amiga.
Me miró y al instante supe de que se trataba.

***

Samantha Taylor, prima de Vicky
Sink, capitana del equipo femenino de baloncesto.
No solíamos hablar mucho con ella, pero después del accidente de Vic dejamos de hablarle por completo.
De alguna manera eran tan parecidas que dolía verla.
Tras la muerte de Ax la gente estaba revolucionada.
Cuando los chicos del equipo plantearon un partido ella se alegró mucho y decidió llevarlo adelante.
Su entusiasmo se contagió a todos, por qué era lo que tenía Sami, su sonrisa era contagiosa.
Reunidos en las pistas el equipo en la cancha y Samantha en primera fila.

Jen y yo apenas prestábamos atención al partido.

Cada una con sus cosas en la cabeza.
Yo no dejaba de pensar en Jolie y estaba segura de que ella no dejaba de pensar en Axel. Pero además había otro pensamiento que empezaba a rondar en mi cabeza:¿Por qué yo? Es decir, por qué yo tenía esos sueños. Cuando le hablaba a mi amiga de ellos nunca de daba señales de tenerlos. Había alguien que sí que los había llegado a tener. Las victimas de estas últimas semanas.
Sin embargo no le di la importancia que se merecía.
No sé cómo pasó. Tengo pequeñas capturas en mi memoria de lo sucedido.
Samantha riéndose.
Samantha vitoreando al equipo.
Samantha gritando.
Giré la cabeza para ver de qué se trataba.
Y allí estaba. Un círculo de gente a su alrededor. Y Samantha Taylor en el suelo inconsciente.

...

La gente estaba alborotada. Demasiado alborotada.
Por eso cuando los profesores propusieron una excursión todo el mundo aceptó.
Hicimos las mochilas y nos dirigimos al bosque.