Donde Vive El Miedo //Carmen Pérez Y Blanca Castillo

CAPÍTULO 15.FUEGO DEVASTADOR

Jennifer .
L

o admito, aquella situación que teníamos ante nosotros era una mierda. El miedo constante, sobre todo eso, no poder decirle a Emma con seguridad hasta mañana porque no tenia ni idea de si alguna de las dos aparecería muerta el día siguiente. Eso era lo peor, estar sin falta por parejas para evitar más muertes, ese era el método de los profesores, lo que no sabian es que no importaba nada. No importaba si estábamos en parejas o en grupos de 20, y no lo sabían, por qué no se imaginaban que Margot había muerto delante de otras nueve personas y nadie había podido evitarlo.
Todo el mundo estaba súper tenso.
Era una tortura no saber que estaba matando a mis amigos. No todo el mundo lo pensaba, de echo casi nadie pensaba que eso que estaba matando era "quién" o "que" solo pensaban que eran simples accidentes. Pero Emma y yo no. Nosotras lo teníamos clarísimo, eso no eran accidentes.
Pero aquel día decidimos suavizar el miedo, ya que todo el mundo estaba ya despreocupado.
Emma y yo salimos a la hora de la comida, como casi todo el mundo, excepto... Alguien... No sabía quién, pero alguien me faltaba. Emma me pidió que dejase de ser tan paranoica que no pasaba nada, que todo estaba bien. Y decidí hacerle caso. Ignoré esa sensación de que alguien faltaba, ignoré mi intuición.
A mitad de la comida, cuando estábamos terminando el puré de calabacín empezó a oler a quemado y alguien se dio cuenta y pregunto:
—Profesora Morgan¿Por qué huele a quemado?
Alcanze a distinguir una mueca de horror en el rostro de la profesora Morgan, ella también lo había notado.
Salió corriendo de la cabaña enorme en la que solíamos comer y observo cada cabaña con detenimiento hasta que lo vio. Llamó a el profe y este acudió enseguida. Un instante después llamaron a todos los alumnos para que echasemos una mano, y ahí lo vi.
La cabaña de Jeremiah estaba en llamas, ya sabía quién faltaba, y no solo Jere , Abigail también. Se habían quedado en la cabaña a la hora de comer.

Cuando terminamos, entre todos, de apagar las llamás de la cabaña, pudimos ver los cuerpos de la pareja, no irreconocibles, todavía se notaba que eran nuestros amigos, pero si .... Muertos.