29. SI NO HAS SIDO TÚ ¿QUIÉN HA SIDO?

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Emma.
Corría por un bosque. Llovía. Vaya si llovía. El suelo estaba encharcado y el agua me calaba los zapatos. Miré abajo y vi mis pantalón llenos de barro. Estaba huyendo algo. Nunca supe de qué. Me paré frente a un árbol, apoyándome para respirar. Me dolía la cabeza. Con el pulso disparado, retomé la marcha, esta vez más relajada, aunque también rápido. Empecé a escuchar voces. Había tantas que era incapaz de distinguirlas. Sentí pasos detrás de mí.
Seguí caminado y me metí una cueva. Allí podía distinguir los gritos ahogados de Jen. Gritaba mi nombre. Me pedía ayuda.
Me giré, pero no paré, y eso provocó que me cayera. Cerré los ojos y todo se volvió negro.

Corría por un bosque. Llovía. Vaya si llovía. El suelo estaba encharcado y el agua me calaba los zapatos. Miré abajo y vi mis pantalón llenos de barro. Estaba huyendo algo. Nunca supe de qué. Me paré frente a un árbol, apoyándome para respirar. Me dolía la cabeza. Con el pulso disparado, retomé la marcha, esta vez más relajada, aunque también rápido. Empecé a escuchar voces. Había tantas que era incapaz de distinguirlas. Sentí pasos detrás de mí.
Seguí caminado y me metí una cueva. Allí podía distinguir los gritos ahogados de Jen. Gritaba mi nombre. Me pedía ayuda. Me giré, pero no paré, y eso provocó que me cayera. Cerré los ojos y todo se volvió negro.
 
Volvía a correr por un bosque, me paré en seco. La lluvia me calaba. Los gritos cada vez eran más fuertes. La ansiedad me consumía. Entonces grité. Grité para acallar todas las voces. Pero no se callaron. Siguieron allí hasta mucho tiempo después.

...

Me desperté con el corazón en un puño. Me sudaba todo el cuerpo, por no hablar del dolor de espalda que tenía. Normal. Había dormido en el suelo.
Me incorporé y me estiré. Miré a mi alrededor. Observé como todo el mundo estaba dormido. Una roca enorme tapaba la entrada a la cueva y entraba una poca de luz por debajo de esta. Menos una persona. Mi profesora de música estaba apoyada en la pared, contemplando como todo el mundo dormía.
Tenía que haber sido ella. Allison la había visto. Fruncí el ceño mirándola.
Si no había sido ella ¿Quién había sido?
¿Estaba Allison loca?
Suspiré. Me arrastré hacia ella.
—Hola— susurró ella.
—Hola.
No sabía cómo empezar. ¿Como se suponía que tenía que empezar la conversación?
«Hola, ¿Has matado a mi amiga y a tu mejor alumna, o es que ella estaba loca?»
—¿Es verdad que Allison está..?— no acabó la pregunta. Tragó saliva y me miró.
—Ella...—Se me atragantó la garganta —ella me dijo que tú la habías matado— “¿Qué cojones?” — antes de morir —aclaré.
Se le cambió la cara.
—Yo no...— empezó a ponerse nerviosa — escúchame Emma, te juro, por mi marido y mis hijos que yo no he matado a esa chica.
«¿entonces quien ha sido?» quise preguntar.
No me dió tiempo a responder. La piedra enorme que tapada la luz se cayó e hizo un ruido sordo.

Donde Vive El Miedo //Carmen Pérez Y Blanca CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora