CAPITULO 28. CASO OMISO

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Jennifer

No podía ser. No. No. No. Emma no.
Estaba devastada, solo podía pensar que, entonces ¿Todas las visiones que Emma había tenido, eran solo una señal para que estuviésemos alerta?
Y yo había hecho caso omiso a todas sus advertencias, a todos sus "Jen, esto me huele mal", " Jen, cuidado" yo solo respondía que no iba a pasarme nada, que estaría bien. Pero ahora lo pienso e igual con esos " Jen, cuidado" no se "Jen, cuida de ti", igual se referían a  "Jen, cuida de Rhys y de mí". Sólo de pensarlo se me revolvió el estómago. De pensar que no volvería a escuchar esa voz que siempre me había dicho que podía con cualquier cosa, que nunca me rindiera. La voz sin la que no existía un solo recuerdo de mi infancia porque ella siempre había estado ahí, pero cuando a ella se la habían llevado, yo no había podido hacer nada, ella habia estado sola ante el peligro.
No pensaba con claridad. Creo que incluso podría afirmar que ni siquiera veía con claridad a causa de las lágrimas que de mis ojos ya empezaban a brotar.
Lo único que podía pensar era " Si ya he perdido a mi voz favorita, no puedo perder también a mis ojos favoritos". Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza mientras intentaba buscar con la mirada aquella cabaña.
Me daba igual que Madison o Alexandre se despertasen por mi culpa, solo necesitaba ver qué mis ojitos verdes seguían ahí, y que pudiesen ayudarme a buscarla.
Cuando localicé la cabaña número 6 y me acerqué, me dieron más ganas aún de llorar.
No lo había notado antes, pero en la lista que había en la puerta, Rhys había tachado cuidadosamente el nombre de "Lily Jones" y lo había sustituido por "Alexandre McQuoid". Sin mencionar la pequeña crucecita al lado del nombre de Lily que alcanzaba a verse con la tenue luz de la luna.

No todos habian hecho eso. De echo a nadie en todo el camping se nos había ocurrido pintar una cruz en honor a los fallecidos y desaparecidos en este tiempo. Sólo a Rhys. Porque él era así y se fijaba en cada detalle, en cada letra que podría hacer más amena la perdida a la gente que quería a esas personas. Para otros sería un detalle insignificante, para mí, fue algo que hizo que se me encogiese un poquito el corazón.
Después de unos cuantos toques para nada leves en la puerta de la cabaña, Rhys abrió mientras yo miraba insistentemente el bosque que quedaba a mi espalda para mantenerme alerta.
Al no ver mis ojos hinchados y rojos por el llanto y mi cara descompuesta, al abrir la puerta Rhys dijo en un tono adormilado:
—Menos mal que me has despertado, estaba teniendo una pesadi...— Y en ese momento me di la vuelta y él pudo ver mi cara, la misma que se le quedaba a la gente cuando una parte de su corazón se desprendía del resto en forma de perdida de un ser querido.—¿Que?¿Jen?¿Porque lloras?—dijo mientras me envolvía en un abrazo cálido. En parte lo agradecí porque me hizo sentir mejor, pero también lo odié a partes iguales porque me hizo volver a la realidad, darme cuenta de que ya no volvería a sentir los abrazos de mi mejor amiga que me habian hecho sentir tan bien todos estos años atrás.
—Emma ha desaparecido. No se cómo ha sido¿Vale? Sólo estábamos en el baño y al salir ya no estaba, te juro que yo no he hecho na...—dije yo, mientras en cada palabra la situacion se hacia un poco mas real, mi ansiedad aumentaba y de mis ojos brotaban nuevas lágrimas.
—¿Que?Jen, joder, claro que no le has hecho nada, si me esperas un segundo, cojere mi teléfono para alumbrar el camino y saldremos a buscarla. No puede estar muy lejos, te lo aseguro.— respondió él sin dejarme acabar de hablar, y lo agradecí. Lo agradecí demasiado porque sentía que me temblaban las piernas, y que si el no me arropaba en sus robustos brazos, caería de bruces en el suelo.
Y en aquel momento, mientras él se adentraba en la cabaña para tomar su móvil, sin soltarme ni un segundo y repitiendo "todo va a estar bien" , " la encontraremos ", entendí la suerte que tenía de haberme cruzado con mi persona siendo tan jóvenes y entonces lo supe. Entonces supe por primera vez que estaba enamorada de Rhys Lee, y nada de lo que sintiera más adelante sería comparable a lo que sentía con él.

Donde Vive El Miedo //Carmen Pérez Y Blanca CastilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora