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N/A: Escucha "BORN TO DIE" INSTRUMENTAL durante el capitulo y reinicia si aún no has terminado de leer, luego me agradeces <3


A los amigos lejos, a los enemigos cerca

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A los amigos lejos, a los enemigos cerca.

Eso era lo que inicialmente pensó cuando fue prácticamente encadenado a Joffrey Strong. Daeron Targaryen no era exactamente un buen tipo; era un bully prepotente que a la hora de la verdad se escondía detrás de la fachada religiosa de su madre y la sonrisa bonachona de su padre.

Joffrey Strong siempre había sido su peor enemigo.

Él representaba todo lo que su madre siempre la había enseñado a odiar (y por consiguiente, todo lo que nunca pudo realmente odiar), representaba a Rhaenyra y Harwin, unos mimados que habían elegido su pasión por sobre su deber para con sus familias, y representaba también todos los privilegios que su padre les había otorgado incluso cuando vivieron en las Tierras de lo Ríos (Riversland) en un exilio autoimpuesto posterior a su boda, con ánimos de ocultar el embarazo prematuro de Rhaenyra.

Daeron también lo odiaba porque Joffrey era mejor que él en todo. Desde el equipo de esgrima del instituto hasta las actividades académicas; el castaño lo supera en cada asignatura y aspecto de su vida que compartieran y eso le ponía los pelos de punta, (no en el sentido de un miedo paralizante, sino en el sentido de un rayo a punto de atravesarlo en medio de la tormenta) él también tenía una mejor dinámica familiar que él.

Incluso teniendo dos padres y tres tipos de hermanos diferentes, Joffrey tenía una familia funcional en comparación a la suya; tres hermanos mayores raritos, una madre codiciosa y un padre que nunca estaba en casa. ¡Daeron incluso se llevaba mejor con Lucerys que con el mismo Aemond! Eso era una maldita señal por parte de los dioses de que algo definitivamente no iba exactamente bien con su familia.

La verdad era, por mucho que le costase admitir, que a pesar de ser el cuarto hijo de Viserys Targaryen, CEO de Fireblood, la agencia de viajes más reconocida del continente, Daeron solía sentirse como si fuera... nadie.

Mientras crecía, Daeron siempre había vivido bajo la sombra de sus hermanos. Y no ayudaba mucho que se llevara tantos años con ellos. Cuando nació, Aegon, Helaena y Aemond ya eran niños que podían jugar, saltar, correr, gritar y en general, hacer cosas de niños. Mientras él mojaba la cama y tenía pesadillas, sus hermanos pasaban por la preadolescencia; llorando ante cualquier incidente (Aegon) rompiendo cosas en cualquier momento (Aemond) o gritando fuerte durante las cenas familiares (Helaena). Para cuando Daeron por fin pareció alcanzarlos, al cumplir los 15 años, sus hermanos ya habían comenzado una nueva etapa de la vida, la adulta.

Daeron no era brillante como Aemond, ni perspicaz como Helaena, mucho menos creativo como Aegon. No era calmado como su hermana, ni agradable como su hermano, ni precavido como su segundo hermano. No era divertido como Egg, ni inteligente como Hel, y para nada se acercaba a la manera tan perfecta en la que Mondy se comportaba.

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