Capítulo 3

3.6K 536 180
                                    

JOHNNY

La luz de la mañana se cuela por la ventana, atenuada por la escarcha que cubre los bordes del cristal. Acabo de despertar y aún no sé donde me encuentro. No reconozco el lugar, pero mi atención queda atrapada por el mural que cubre el techo. Los tablones y las bigas de madera están pintados en azul celeste y esponjosas nubes de color melocotón navegan por el basto cielo como pececillos en la mar. La imagen transmite paz con solo mirarla, pero ese sentimiento de calma me abandona en cuanto me muevo un poco. El dolor me atraviesa como una daga bien afilada que se clava una y otra vez en mi pecho, solo que no había sido una daga sino garras las que me habían rebanado el pecho.

Aprieto los dientes con fuerza al incorporarme tratando de detener el gruñido que asciende por mi garganta. En su lugar, suelto un siseo. Me arde la piel como si me hubieran rociado con gasolina para después prenderle fuego.

Desciendo la mirada preparado para contemplar el desastre sanguinolento en que se ha convertido mi carne, pero descubro sorprendido que mi piel está limpia. Las heridas siguen ahí, sí, pero la sangre ha sido removida de forma minuciosa de mi cuerpo.

Hay una manta de cuadros arremolinada alrededor de mi cintura. He debido destaparme en algún momento durante la noche porque aun siento la ligereza del peso del tejido sobre mi pecho.

Inhalo despacio y un perfume familiar inunda mis fosas nasales. Su aroma impregna la cama sobre la que estoy tendido. El dormitorio entero.

— Dana.

Su nombre abandona mis labios con un gemido de preocupación y los recuerdos de lo que pasó anoche me arrollan con fuerza.

Con la visión emborronada por la pérdida de sangre y el dolor, apenas sabía dónde me estaba dirigiendo hasta que me encontré a mi mismo plantado frente a la puerta de su casa. Aporreándola con desesperación. No tenía otro lugar al ir a refugiarme. Nadie conocía mi verdadera identidad. Ni siquiera ella, pero en aquel momento no me importaba nada. Solo quería cerrar mis ojos y descansar el tiempo suficiente como para recuperarme de mis heridas. La recuerdo abriendo la puerta, asustada, y después, por la luna, me desplomé sobre ella haciéndonos caer a los dos al suelo.

Espero que esté bien. Que no le haya hecho daño.

Sé que sabe quien soy. Que lo supo en el momento en que vió la tonalidad de mi ojos. Siempre me había presentado ante ella con unas oscuras gafas de sol, así que ésta había sido la primera vez que los veía. Solo un tonto sería incapaz de hacer la conexión y ella no es ninguna tonta.

Desconozco cómo ha podido trasladarme desde la entrada hasta su dormitorio. Aunque si lo pienso un poco no me cuesta averiguar el cómo. No puede haberlo hecho sola, por lo que probablemente haya llamado a alguien. Milo o, quizás, Nina. Últimamente, la Cambiaformas visita a diario su casa, por lo que no me extrañaría que hubiese sido ella la que me ha movido hasta la cama.

Inconsciente como me encontraba es imposible que Nina se haya dado cuenta de mi identidad, a no ser que Dana se lo hubiera contado y lo dudo bastante. Al menos no hasta que le diese las explicaciones que le había prometido justo antes de sumirme en la inconsciencia. Es muy probable que Nina no me recuerde, pero ya me ha visto antes. Fui yo quien la encontró en aquella habitación del motel de mala muerte en el que ella, Ryker y Nhor se alojaron después de escapar del laboratorio. Fui allí por orden de Dante para entregarle un teléfono a través del que él se puso en contacto con ella. El encuentro fue breve y Nina dejó de prestarme atención en cuanto escuchó la voz de Dante al otro lado de la línea.

Haciendo a un lado los recuerdos, salgo lentamente de la cama. No puedo evitar gruñir esta vez. El dolor es casi insoportable. Conforme las heridas vayan curándose el dolor irá disminuyendo, pero aún quedan días para eso. Unas heridas así, tan profundas y hechas con tanta rabia, no se curan de la noche a la mañana.

Secretos oscuros © #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora