RYN
Pasa bastante tiempo hasta que mi padre y yo volvemos a hablar. El ambiente está cargado de tensión y parece que un muro invisible se ha erigido entre nosotros, pero aun así me siento feliz de verlo, aunque solo sea en el mundo de los sueños.
Mi padre es un hombre grande y fuerte y tiene el rostro lleno de cicatrices. Una pequeña que le atraviesa el ojo izquierdo y otras tres, mucho más grandes, que le cruzan la cara desde la sien derecha hasta la dura línea del lado izquierdo de su mandíbula. Cicatrices que también están presentes en su forma de lobo y que suelen intimidar a la gente en cuanto lo ven. Sin embargo, a mi madre y a mí nunca nos han parecido feas. Son parte de él. Un rasgo más de su apariencia, como lo son los ojos de color vinoso que tanto se parecen a los míos y su media melena blanca.
Sonrío disimuladamente al imaginarlos a él y a mi madre, dieciséis años atrás, enamorándose.
Debió ser una historia épica.
— ¿Cómo está mamá? — pregunto, rompiendo el silencio.
Nos hemos alejado del muro de mi mente y caminamos por un estéril desierto de ceniza bajo un cielo permanentemente nublado. Probablemente no caerá ninguna gota, pero el aspecto de los oscuros nubarrones es bastante amenazador.
— Te busca sin descanso. Se ha ido con la serpiente y han unido fuerzas con Dante para encontrarte.
— ¿Con la serpiente? — repito, confusa. Hasta que, de repente, comprendo a quien se refiere —. ¿¡Nhor!? — él asiente y mis ojos se abren como platos —. Madre mía. La va a volver loca.
— A veces le dan ganas de estrangularla, sí.
Nhor y mi madre.
Niego con la cabeza.
No es que se lleven muy bien que se diga. Aunque, bueno, igual esta es la oportunidad que necesitan para limar asperezas.
— ¿Está muy enfadada conmigo? — A pesar de que intento aparentar calma, mi tono de voz deja entrever una joven vulnerabilidad.
Mi padre se detiene entonces; deja de caminar, se gira y me mira. Su expresión se ablanda al contemplar la mía.
— No, cariño. Tú no tienes la culpa de nada de lo que pasó.
Frunzo los labios.
No.
No es a mí a quién culpan, sino a Zero.
— Ya... — murmuro.
Quiero continuar defendiéndolo, pero eso solo nos llevaría a otra gran discusión y no quiero que el poco tiempo que nos queda, en este sueño compartido, lo pasemos peleados. Así que elijo callar, aunque siento una fuerte opresión en el pecho al hacerlo.
— ¿Sabes dónde estás? ¿Hay algún detalle que puedas darme del lugar en el que te mantienen encerrada? Cualquier cosa — insiste él con los ojos brillantes.
Niego con la cabeza.
— Me llevaron allí inconsciente y no he visto ni una sola ventana que de al exterior en el recinto. Lo único que he visto, a parte de mi celda, son unos malditos pasillos blancos. ¡Decenas de pasillos! Todos iguales. Es un puto laberinto...
— Ese lenguaje, Ryn — me reprende y mis mejillas se calientan.
Vhalo siempre ha sido un buen padre y ha estado implicado plenamente en mi crianza y educación, a pesar de sus limitaciones. Incluso ahora, no puede evitar echarme la bronca por decir una palabrota.
— Bueno, es la verdad — murmuro —. Es un laberinto difícil de descifrar, así que por desgracia no tengo nada, papá.
— No pasa nada — habla él, con los hombros hundidos por la decepción. La frustración y la furia bailan en su mirada —. Mamá te encontrará pronto. Cada día está más cerca.
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Secretos oscuros © #6
FantasyTodos tenemos secretos, pero quizás el más oscuro y peligroso sea el de Johnny, quien lleva toda la vida fingiendo ser alguien que no es. Mintiendo a sus seres queridos. Pretendiendo ser un simple lobo. Pero ¿qué pasará cuando su secreto quede al de...