Guardián de la Penumbra

Confesiones

Harry se quedó inmóvil, sus labios quietos mientras yo lo besaba con sumo cuidado y cariño, mis labios tocaron los suyos de forma paciente y pausada.

Respondió, sosteniendo mi cuello, rozó su boca con la mía y mi corazón saltó, al besarlo me sentía tan viva, mi alma se llenaba de calor y mi cuerpo se estremecía. Harry me gustaba mucho y tal vez estaba mal, pero en todo el tiempo que estuve a su lado, me percaté de que mi Guardián era el único que me conocía realmente y que me quería a pesar de que yo lo despreciara.

Él no se despegó de mi lado ni un segundo, estuvo siempre allí para darme la sensación de compañía y era tan injusto que yo no supiera de su existencia. No imaginaba la desilusión que sintió cuando nos observabamos por primera vez, el desprecio que recibió, el que lo tratara como un desconocido y no como el espíritu protector que me salvó de muchos peligros.

Harry no era mi enemigo, ni un ser malvado.

Él era parte de mi ser, estábamos unidos más allá de el extraño nudo que no nos dejaba separarnos.

Yo lo quería, con heridas, condenas y sufrimientos.

Despegó sus labios de los míos.

— ¿Y eso qué significa? — Su voz se volvió gutural.

No apartó sus manos de la piel de mi cuello.

Observé sus ojos esmeraldas.

— Significa que no te odio, que te comprendo y que no podría verte como un mounstro después de lo que ví en tus recuerdos.

— ¿Sientes lástima? — Trazó mi barbilla.

— No, es consideración.

— Lo que hice me hace ser un mounstro, al matar a mis padres me convertí en ellos... Soy igual a mi padre, en la vida pasada y en ésta, maté a muchas personas... No he cambiado — Gruñó con amargura, me separé de él y me senté a su lado.

— No eres como tus padres, ellos eran crueles, te hacían daño sin justificación... En cambio tú lo hiciste para dejar de sufrir — Tomé su mano entre las mías, giró su rostro hacia el mío — Eras solo un niño.

— Eres demasiado noble, no lo merezco y por lo visto tienes más sentido de la coherencia que la muerte — Se rió de nuevo con ironía.

— ¿Por qué te condenaron a ti? No te deshiciste de tus padres por crueldad.

— Durante todo estos años no he podido hallar la respuesta a esa pregunta — Dijo, suspirando con fuerza, jugando con mis dedos entre los suyos y la sensación me dió una punzada en el estómago.

Me quedé pensativa, sopesando la situación.

Estreché mis ojos y me observó curioso.

— ¿Qué piensas?

— ¿Te imaginas a tu padre siendo condenado en lugar de ti? ¿Con tus poderes y toda esa eternidad para hacer lo que quisiera sin que nadie pudiera detenerlo? — Harry me observó como si su mente se hubiese iluminado.

— Sería un auténtico caos.

— No lo hubiese tomado como un castigo, sino como una oportunidad para tomar poder y causar sufrimiento — Jadeé, espantada ante la idea.

— Usaría sus poderes para hacerse pasar por un dios, con el poder de sanar a los demás lograría que todos se inclinaran ante él y lo alabaran — Se pellizco la nariz, imaginando la situación — Mi padre siempre buscó eso al ayudar, no lo hacía por solidaridad, ni compasión. Lo hacía para alimentar su ego y lo obtenía fácilmente de los ingenuos del pueblo.