❝ Y todos los caminos que tenemos que recorrer son tortuosos, y todas las luces que nos conducen allí nos están cegando.
Hay muchas cosas que me gustaría decirte,
pero no sé cómo❞
-𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫𝐭𝐞, 𝐆𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫. 𝐄𝐧 𝐜𝐮𝐞...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
≻───── ⋆✩⋆ ─────≺
—¿Qué es eso?—murmuró Harry, sin comprender los gritos de terror que la gente a su alrededor soltaba. Frente a ellos, en el cielo, se alzaba cada vez más la forma de calavera gigante, como si se tratara de una nueva constelación.
—¡Es la marca Tenebrosa, Potter!—le gritó Theo, aún desde el suelo.
—¿Qué?..
—Tenemos que alejarnos de aquí—pronunció Amelie, apretando la mano de Hermione con fuerza.—Vamos...
Intentó acercarse a Theo, que descansaba recargado en un árbol. Sin embargo, no pudo avanzar ni dos pasos, cuando una serie de ruidos anunció la aparición de magos. Y de de la nada, estaban siendo rodeados por al menos veinte hombres. Todos con sus varitas en alto.
—¡Al suelo!—gritó Harry, comprendiendo lo que ellos querían hacer.
Amelie jaló a Hermione de la mano, abrazándola contra ella para evitar que algún hechizo le diera. Sintió a la niña aferrarse a su suéter, sin importarle la sangre que tuviera.
Theo en cambio se acurrucó sobre si mismo, cerrando sus ojos.
—¡Desmaius!—gritaron las veinte voces a la vez.
Y montón de destellos cegadores pasaban por encima de ellos, rebotando en los troncos de los árboles y perdiéndose en la oscuridad.
—¡Alto! —gritó alguien de pronto—. ¡Alto! ¡Es mi hijo!
Amelie levantó la cabeza de inmediato. El hombre pelirrojo se acercaba a pasos rápidos con expresión preocupada.
—Ron... Harry... —Su voz sonaba temblorosa—. Hermione... ¿Están bien?
Entonces el señor Weasley se encontró con sus ojos. Su expresión cambió a una alerta, como si pensara que ella los lastimaría. Claro, ella aveces tenía ganas de arrojar a Weasley de las escaleras de Hogwarts pero, eso no significaba que lo haría de verdad. Solo era un simple pensamiento.
Además, Hermione estaba con ellos. Y nunca se atrevería a levantar su varita contra ella. ¡Jamás!
—Apártate, Arthur —dijo una voz fría y cortante. Era el señor Crouch. Amelie lo reconoció a la perfección. El hombre siempre eran tan serio y distante.—¡Los atrape en el acto!—gritó acercándose hasta ellos.
De pronto, Amelie sintió que la sujetaban con fuerza del suéter, hasta alejarla de Hermione. Crouch la empujó, sin importarle lastimarla. Soltó un quejido de dolor, al sentir su brazo herido golpear el suelo sucio.
