Me estiro en el césped liberando un suspiro de satisfacción. Las hebras negras se esparcen en el suelo con libertad y estiro mi mano alcanzando la fresa que llevo a mi boca.
Marizza habla a mi lado, pero de su boca no oigo nada. Mi mente está en blanco, absorta viendo las nubes blancas y esponjosas que se mueven en el cielo.
Una mariposa se me posa en la punta de la nariz, me quedo quieta contemplando sus alas naranjas con manchas negras. Aletea con suavidad, preparándose para volver a volar y lo hace perdiéndose en el aire.
—¡No juegues! — el grito de Rebecca me saca del trance en calma.
—Fue luego de clases— responde la pelirroja tranquila, acomodando su mochila para apoyarse en ella.
—Pero si es mayor que tú— le refuta.
—Solo por diez años.
—Es tu profesor.
—No técnicamente— saca un esmalte rojo y comienza a pintarse las uñas.
—¿Te acostaste con tu profesor? — me acoplo a la conversación.
—Casi, solo nos besamos, pero me invito a cenar pasado mañana— sopla sus uñas antes de seguir con la segunda capa de esmalte.
Vuelvo a sacar una fresa que no dudo de llevarme a la boca.
Llegamos hace veinte minutos a una pequeña plaza que Rebecca encontró por casualidad cuando recorría la universidad. Está rodeada de árboles frondosos y arbustos, impidiendo que las personas la hallen a simple vista, apenas nos encontramos nosotras y un grupo de chicas que preparan un picnic.
—Ten—me extiende el iPad.
Lo enciendo y me meto a la aplicación. Noah consiguió hackear las cámaras de la universidad y ahora puedo ver cada rincón del recinto a través de ella.
Cambio de cámaras buscándolos y hallo al mayor en la cancha de futbol, se encuentra en su entrenamiento. Paso a la cámara cinco mostrándome la biblioteca en donde se encuentra Jayden leyendo. Continúo buscando al menor, pero no lo localizo ni en la cafetería, ni en las salas, ni en el gimnasio, ni siquiera en los baños. Comienzo a preocuparme, quizás lo secuestraron y ahora lo están torturando, quizás...
—Hola bellezas— apago el iPad con el corazón en la garganta.
— ¡Hey! — saluda la pelirroja al menor de los O'Conner.
—Hola— las mejillas de la pelirroja se cubren de un rojo intenso.
— ¿Están listas para la noche? — pregunta tomando asiento a mi lado y robándome una frutilla.
—No toques mi comida— le digo mirándolo a los ojos seriamente.
—Comes mucho sabes ¿Cómo carajo te mantienes? — me dice comiéndose la frutilla.
— Hay algo que se llama ejercicio, cariño.
— Me encanta cuando me llamas así— susurra remojándose los labios.
— ¿Qué hay hoy en la noche? — pregunta Marizza retomando el tema.
—Fiesta.
—¿Fiesta? ¿un miércoles? — inquiero incrédula.
—Sí, que se puede decir, a los de Boston nos gustan las fiestas.
Trata de tomar otra de mis fresas, pero le pegó un manotazo y aparta su mano sobándosela.
Muy bien amiga, con nuestras fresas no, son sagradas.
Así es.
— ¿Y dónde es la fiesta? — le consulta Rebecca ahora sin sus mejillas tan ruborizadas, pero si con un hilo de voz.
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Cenizas
ActionUna teniente con el alma rota. Un universitario que no cree en el amor. Una amazona con la armadura en alto dispuesta a destruir a cualquiera que amenace su calma. Un dios que no teme a atravesar la peor de las tormetas con tal de alejar a quien qu...