Estoy en el gimnasio ensayando para la presentación del taller que se aproxima. Durante toda la mañana no he visto a ninguno de los chicos, pero en este momento, eso es lo que menos me importa. No he dejado de pensar en lo que ocurrió hoy con Jayden. La forma en que logró que cada parte de mi cuerpo reaccionara tan intensamente a sus caricias es... increíble. Nunca había experimentado algo así; cada toque suyo parecía encender un fuego dentro de mí, haciéndome sentir viva de una manera que jamás creí posible.
Ahora lo único que deseo es más, y no soy de las que se quedan con las ganas. Si quiero algo, voy tras ello. Sé que dije que no era ético tener sexo con uno de los chicos a los que protejo, pero al diablo, todo se fue a la mierda cuando lo probé. Cuando sus labios se posaron sobre los míos, supe que no había vuelta atrás. Él se ha convertido en una droga para mí, una que no sé si seré capaz de saciar.
Termina la clase y me dirijo hacia la cafetería después de haberme cambiado. Al cruzar las puertas, observo a lo lejos que ya todos están sentados en nuestra mesa, y al llegar junto a ellos percibo de inmediato el ambiente cargado de incomodidad. Puedo apostar cuál es el motivo.
—Hola— digo, tomando lugar al lado de Rebecca.
—Hola —me devuelve el saludo Esteban, haciendo que alce la mirada de golpe hacia él y lo mire con perplejidad.
—Un momento— digo, captando su atención y la de los demás —¿Acabas de decirme tan solo hola? — la incredulidad tiñe mi voz —Realmente ocurrieron cosas muy locas anoche— comento, haciendo que todos se remuevan intranquilos en sus asientos y aparten la mirada.
Ruedo los ojos y luego los poso en Jayden, quien tiene una media sonrisa burlona; claramente, le divierte la situación.
—Keira, debemos terminar el trabajo que es para mañana —me recuerda Michael, intentando mantener la mirada en mí, pero no lo logra; la desvía hacia la peligris, quien observa el guisado como si fuera lo más interesante del mundo.
Eso me recuerda al poste de luz del partido de futbol.
Por favor no me recuerdes ese momento bochornoso.
Realmente fue vergonzoso.
—Claro. ¿Prefieres mi casa o la tuya?
—La mía— responde, volviendo a centrar su mirada en mí.
—Okey, me quedan dos clases, así que nos vemos allá.
Intentamos entablar un conversación que aligere la atmosfera densa, pero es imposible, los chicos responden con simples murmullos cortantes o a veces las palabras se quedan atascadas en el aire, y desvían rápidamente las miradas hacia otro lado.
Michael y Rebecca se dirigen miradas se soslayo cuando el otro está atento en mirar su comida. Esteban, que normalmente es extrovertido, parece particularmente reservado hoy. Y Marizza juego con el borde de su servilleta con una intensidad casi obsesiva.
Jayden y yo, sin embargo, somos un caso aparte, manteniéndonos en una burbuja donde el resto del grupo no existe. Nuestras miradas se buscan en cada oportunidad, transmitiendo un mensaje claro. Su media sonrisa, cargada de promesas y deseos, me provoca un cosquilleo en el estómago y una chispa que hace que mi corazón se sacuda.
La belleza de este hombre no deja de sorprenderme; parece un rey de las tinieblas, con el poder concentrado en sus ojos grises. Cada parte de él irradia una hermosura misteriosa que hace que mi cuerpo reaccione involuntariamente.
El chico de ojos tormentas se recarga en su asiento con una expresión relajada, sin soltar el libro de sus manos, aunque no le presta la mas minima atención, en especialmente cuando mi mano roza la suya accidentalmente al inclinarme para tomar una servilleta de la bandeja de Esteban.
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Cenizas
ActionUna teniente con el alma rota. Un universitario que no cree en el amor. Una amazona con la armadura en alto dispuesta a destruir a cualquiera que amenace su calma. Un dios que no teme a atravesar la peor de las tormetas con tal de alejar a quien qu...