Capitulo 16

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— ¿Cómo que te irás otra vez? — me pregunta Esteban, indignado.

—Ya te dije, mi tío estará de cumpleaños, así que estaré fuera unos días — le explico por quinta vez.

—No puedes dejarme— responde, entrelazando nuestras manos por sobre la mesa.

Michael carraspea a su lado.

—No puedes dejarnos— se corrige.

Niego con la cabeza, divertida.

—Ya deja de exagerar, se va tan solo por unos días. Además, no podemos salir mucho, tuvimos ayer el accidente— interviene Marizza, algo cansada. No logro dormir bien por su brazo lesionado.

Esteban hace un mohín y puedo observar cómo está por decir algo más, pero al ver la mirada de la pelirroja, prefiere callar y dar por zanjado el tema.

Aprovecho la oportunidad para preguntar:

— ¿Cómo están Liam y Nick? — pregunto, dándole la última mordida a la manzana antes de dejarla en la bandeja.

—Bien. Liam ya está fuera de cualquier riesgo de infección y le realizaron una tomografía para ver si quedaron pedazos de vidrio, pero no. Y a Nick le darán el alta durante la semana— me informa Michael, con unas pequeñas bolsas bajo sus ojos. No debio pegar ojo durante toda la noche.

—Me alegra oír eso —digo, tomando mi bandeja— Bueno, tengo que irme ya; debo pasar por la casa a recoger mis maletas antes de ir al aeropuerto.

— ¿Quieres que te acompañemos? —me pregunta Rebecca al verme levantarme de la mesa.

—No tranquilas, pediré un Uber para que me lleve.

—Yo te llevo— interviene Jayden, tomandonos a todos por sorpresa.

Michael que hasta ese momento había estado distraído, levanta la mirada hacia su hermano con una mezcla de increduilidad y asombro en sus ojos.

—¿Tú? —pregunta, arqueando una ceja. Con una expresión en su rostro que delata que este comportamiento no es propio de su hermano.

—No, el otro Jayden que conoces— replica en tono sarcastico.

Esteban que se hayaba jugando con el tenedor, lo deja caer y se inclina hacia adelante, mirando a Jayden como si intentara decifrar un ejercicio complejo.

—Vaya, Jayden, eso sí que es nuevo —comenta Esteban, rascándose la cabeza con una sonrisa divertida—. No sabía que te gustara hacer de chofer.

El pelinegro desvia sus ojos hasta el rubio y puedo observar la respuesta mordaz que se prepara a soltar, pero me apresuro a hablar primero.

—¿Nos vamos? — digo poniendome de pie. Su respuesta es copiar mi acción.

Camino a dejar la bandeja y de paso saludar a Alba.

Salimos de la cafeteria. Él camina detrás mío distraido escuchando música. No hemos vuelto a hablar desde ayer en hospital.

Cruzamos los pasillos y pronto los murmullos y miradas empiezan a surgir. Los estudiantes de la universidad Riox siempre atentos a todo, no dudan en opinar de mí en voz baja. "Desde que llegó, no ha hecho más que causar problemas", murmura uno. "No entiendo cómo los hermanos O'Conner pueden juntarse con ella y sus amigas", dice otro. "No tienen nada que ofrecerles, salvo quizás un simple revolcón", añade una chica dirigiendome una mirada de desprecio.

Me muerdo la lengua para evitar responderle.

Simplemente continuo andando, manteniendo la cabeza en alto e ignorandolos. De repente una mano se posa en mi cintura, sorprendiendome. Volteo a ver quien es, aunque mi cuerpo ya lo sabe, es inevitable ignorar la sensación electrificante.

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