Capítulo 8: Guerrero

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La batalla en el templo del Inframundo había tomado un ritmo frenético, Arzek, enfrentaba a los cuatro formidables demonios: Aiden, Amon, Belfegor y Lilith. Con su hacha resplandeciente, se movía con gracia y ferocidad, esquivando cada ataque en conjunto de los demonios, que avanzaban implacables en contra del invasor.

Aiden intentó atacar a gran velocidad con su espada, pero Arzek esquivó el golpe con un giro elegante, contraatacando con una onda de energía oscura que hizo retroceder al demonio, el cual se defendió con el poder de su armadura. Amon embistió con un ataque de fuego a su oponente, quien se defendió cubriéndose con su hacha, pero la intensidad de la llama lo forzó a apartarse dando un salto hacía atrás.

Inmediatamente, Belfegor fue con su lanza en contra del invasor, buscando abrir una brecha en la defensa de Arzek, quien se movía velozmente para esquivar las acometidas, para luego contrarrestar con golpes rápidos en el cuerpo y finalizando con una fuerte patada en el pecho del demonio. Lilith, se acercó con agilidad, intentando flanquear al invasor con sus garras letales, lo cual resultó en un intercambio de golpes por igual.

Arzek, sintiendo la presión de los cuatro oponentes, decidió intensificar su poder. La pieza del Fruto brilló con una oscura luminiscencia, y su aura se expandió, distorsionando las sombras a su alrededor. Con una risa desafiante, canalizó el poder del Fruto en su hacha.

La oscura luminiscencia del Fruto Prohibido envolvía al ángel oscuro, confiriéndole un poder aterrador. Sus ojos destellaban con una intensidad malévola mientras que su hacha, imbuida con la esencia del inframundo, cortaba el aire con ferocidad. La danza caótica de la batalla continuó, y a medida que Arzek intensificaba su poder, los demonios se veían sometidos a una presión abrumadora.

Los cuatro demonios dispersos y maltrechos, luchaban por recuperarse ante la embestida. Arzek, quien con movimientos ágiles y precisos, desataba su furia contra ellos. Cada golpe resonaba en el templo, y el aura distorsionada del dejaba una estela de oscuridad en el campo de batalla.

Los demonios no se rendían a pesar de la desventajas de poder. Aiden, sostenía su espada con firmeza y atacaba sin piedad. Amon, con la furia ardiente en sus ojos, se unió al ataque. Belfegor y Lilith, aunque malheridos, mostraban una resistencia feroz ante el adversario que tenían en frente.

La batalla alcanzó un punto crítico cuando Arzek, aprovechando su poder incrementado, desarmó a Aiden y lo arrojó nuevamente al suelo con un codazo en la cabeza. Amon, en un acto desesperado, canalizó su ira ardiente en un último intento por contener a su adversario. Sin embargo, la oscura luminiscencia de la energía de la pieza sobre su portador, parecía insuperable. Riendo con una mezcla de triunfo y desdén, desató un torbellino de energía que repelió a los demonios con fuerza sobrecogedora, haciendo que los cuatro demonios quedaran en distintas partes del suelo del templo.

Luego de derrotar a sus adversarios, el avanzó hacia el altar donde yacía la pieza del Fruto Prohibido del infierno. Extendió su mano hacia ella para reclamar su premio, pero en ese momento, las sombras se agitaron de una manera inusual.

Lucifer, el señor del inframundo, surgió entre las sombras con una presencia imponente. Su mirada intensa se encontró con la de Arzek, y un destello de hostilidad llenó el aire.

—Con qué Arzek... —gruñó con una voz que resonaba por todos los rincones del templo.

Arzek se volteó a ver la entrada del lugar para confirmar su temor.

Los Héroes Del Edén: Punto De UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora