En la oscura fortaleza de Arzek, este se encontraba concentrando su poder oscuro en la pieza que ya tenía en sus manos para localizar la segunda pieza que se encontraba en el infierno. En medio de la oscuridad de su base, las sombras se agitan, revelando visiones fragmentadas del inframundo.
Estás visiones revelaban un rincón remoto del inframundo. El suelo se encuentra cubierto de cenizas y huesos, mostrando ser un paisaje bastante desolado y ominoso. Siguiendo el camino, aparece un Templo de arquitectura retorcida y decadente, que parecía resonar con un aura de antigüedad y misterio, mientras que las llamas danzaban a lo largo de los pasillos angostos del lugar. Dentro del templo, sobre un altar de piedra, yace la segunda Pieza del Fruto Prohibido, resplandeciendo con un fulgor oscuro que desafía la naturaleza misma del inframundo. También hay muchos Demonios custodiando el lugar, lo cual complace a Arzek.
—La encontré... Y veo que hay muchas sanguijuelas metidas allí. Esto será sencillo.
Con estas palabras, Arzek activa un portal que lo llevará hacia el siguiente capítulo de su búsqueda en el inframundo. Mientras tanto, en el antiguo templo se encuentra custodiado por varios Demonios, los cuales entre ellos, estaban seis de los siete Pecados Capitales, cada uno imponente en su forma humana, portando armas que reflejan sus respectivos títulos como pecados.
Belcebú, Pecado de la Gula: Aunque de estatura imponente, su cuerpo es sorprendentemente delgado, un engaño visual que oculta su insaciable hambre por acabar con quien se le ponga enfrente. Lleva consigo un gran tridente de cuatro puntas, reluciente con la energía de la gula.
Belfegor, Pecado de la Pereza: Su figura vieja, emanaba un aura de letargo y sostiene una lanza decorada con detalles intrincados, como si la propia pereza estuviera tejida en cada filamento de su arma.
Amon, Pecado de la Ira: Un demonio de temperamento ardiente, su piel está marcada por las llamas del infierno y empuña una gran hacha llameante con la que canaliza la furia incontrolable que se encuentra dentro de él.
Mammón, Pecado de la Avaricia: Con un brillo codicioso en sus ojos, sostiene un tridente de joyas, símbolo de su insaciable deseo por riquezas. Cada gema destila una mezcla de lujuria material y desesperación.
Asmodeus, Pecado de la Lujuria: De aspecto seductor y enigmático, blande un látigo de cadenas serpentinas que se retuercen con cada movimiento y su mirada promete placer y quizás peligro a quien se le acerque.
Leviatán, Pecado de la Envidia: Con escamas relucientes en su espalda y ojos verdes como la esmeralda, este demonio sostiene una cuchilla afilada que refleja la obsesión y el descontento que impulsa su sentir, siempre que se ve superado.
Los demonios guardianes que los rodean con su feroz lealtad, portan diversas armas, desde hachas de doble filo hasta tridentes relucientes. En medio de la sala, los pecados capitales discuten sobre la inminente amenaza de Arzek y cómo protegerán la pieza que resplandece en el altar. Sus voces retumban en el templo, mezclándose con el crujir de las llamas eternas.
—¿Cómo es posible que un debilucho como Arzek se atreva a profanar nuestro santuario? —preguntó Belcebú confiado de si mismo—. Nosotros, los seis pecados presentes, no debemos permitir tal ultraje.
—Así será jefe. No dejaré que mancille este lugar sagrado —proclamó Amon intensamente—. La ira ardiente de mil demonios caerá sobre él.
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Los Héroes Del Edén: Punto De Unión
FantasíaLa primera trompeta del Apocalipsis ha sonado, y Jake Bauer comienzó una búsqueda de personas con poderes especiales para formar un grupo y detener esta amenaza que viene desde las mismas estrellas.