Libro 2: Capítulo 1

209 18 29
                                    

El entrechocar del acero...

El golpeteo de escudo contra escudo...

El sudor en mi frente...el calor de mis músculos...la emoción del combate

Eran sensaciones intensas y que mi ser rememoraba con añoranza cada vez que blandía una espada

El alma y corazón de un guerrero vibran cuando blande una hoja

La sensación de poder que emana de portar un pedazo de metal afilado en tus manos no tiene comparación alguna...

Es la misma emoción que experimenté siendo un príncipe espartano, la primera vez que empuñé una espada.

La misma que experimenté a lo largo del resto de mi vida, en cada práctica, en cada instrucción, en cada lucha, en cada batalla...

La misma que en esta nueva vida pude también experimentar cuando agarré mi primera espada en este mundo y combatí a mi primer adversario...

Esta emoción indescriptible me ha acompañado a lo largo de mi camino, y retumba con fuerza en cada paso y momento de mi vida.

Y ahora, me impulsa con fuerza mientras cargo contra padre, enmedio del campo de entrenamiento.

-¡Vamos Tessius, ¿eso es todo, ya vas a parar!?-

-¡Aún puedo, padre!-

Corrí hacia él y el sonido del metal restalló cuando nuestras espadas se cruzaron, centelleando cuando sus filos se besaron.

-¡Pon más fuerza en el brazo, Tessius!-

-¡Si!-

La sonrisa de emoción y júbilo no desaparecía de mi rostro, mientras padre y yo intercambiábamos golpes y estocadas sin descanso, con el entrechocar de nuestras armas resonando por todo el patio del cuartel.

Estábamos ambos entrenando en medio de un círculo de combate, armados con espadas de acero embotadas, sin filo, escudos redondos de madera, y vistiendo sobre nuestras ropas jubones de cuero acolchado.

Desde hace un tiempo, varias de nuestras prácticas de combate las habíamos llevado a los barracones de la Guardia.

Según padre, debía acostumbrarme a instruir mis habilidades en este lugar, como le correspondía a todo soldado, una vez cumpliera la edad suficiente para poder iniciar como recluta.

Y debo decir que este lugar me pareció perfecto para instruirme, no solo por la mayor cantidad de espacio comparado con el jardín de nuestro hogar...

El entorno y ambiente, con la visión de los otros guardias, enfundados en acero, y envuelto con el agradable canto del hierro y el acero, me hacía rememorar aquellos días de lucha del pasado.

Para mi, todo este barullo era pura música celestial...

La espada de padre fue bloqueada por mi escudo, aprovechando ese momento para lanzar una estocada contra su costado, pero padre fue rápido de reflejos y la sorteó haciéndose a un lado.

-Ups, fallaste, ¿ya empiezas a cansarte?- Afirmó, con una sonrisa burlona

Lejos de molestarme, me hizo sonreír a su vez, pero en mi caso una sonrisa desafiante.

-¿Cansarme? No sé qué carajo es eso, padre...-

Mi padre me devolvió esa expresión de desafío -Entonces, ven aquí y demuéstralo, no me decepciones bajando ahora el ritmo-

Empezaba a faltarme un poco el aliento, pero aún así no cedí, y cargué contra padre, lanzando un feroz tajo que se vio obligado a bloquear con su espada, para luego retroceder cuando giré sobre mí mismo y lancé otra estocada que casi le alcanza.

La Reencarnación del Rey de EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora