Libro 2: Capítulo 10

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P.O.V Bredwyn

Permanecía apoyada en las almenas del torreón de la Torre del Cernícalo, observando el paisaje de los campos y bosques bajo el cielo del ocaso.

El sol se ocultaba tímidamente tras las montañas al oeste, y las primeras estrellas despuntaban tímidamente en el cielo cada vez más oscuro, entre las nubes que se disipaban con el paso de las horas.

Desde primera hora de la mañana, el día había estado nublado, amenazando lluvia, pero al final no había llovido, y con el caer del sol el viento acabó disipando los nubarrones.

Regalando así una hermosa visión del cielo durante el ocaso, bañando con su tenue luz el paisaje que rodeaba la torre.

Normalmente, disfrutaba observar el atardecer desde lo alto de la torre, desde donde esta hermosa visión sobrecogedora me conmovía hasta lo más profundo de mi ser.

Pero hoy...era incapaz de sentir esa emoción, y era la angustia lo que sobrecogía mi corazón...

El motivo era la preocupación que sentía en este momento, pensando en Carl y en mi sobrino.

Hace apenas un día que nos llegó un mensajero a caballo desde Elba, informándonos de que un grupo de bandidos había tomado Cretzhïn, la aldea minera del sur.

Debido a ello, Carl reunió a un centenar de hombres, y partió lo antes posible hacia Cretzhïn para recuperarla de manos de esos bandidos y liberar a sus habitantes.

La noticia fue recibida con sorpresa por toda la guarnición, ya que no nos esperábamos que un grupo de bandidos fuera lo bastante osado como para atreverse a ocupar un asentamiento del Señorío, más aún uno tan importante como Cretzhïn.

Al enterarme, sentí el impulso de ir con ellos, sobre todo al saber que Tessius también había ido con ellos, pero por lo que dijo el mensajero, mi primo ordenó que la guarnición de la Torre del Cernícalo mantuviera la posición, y vigilara los caminos, por si se producían más ataques en otras poblaciones.

De modo que Robb, al ser el oficial al cargo de la guarnición de esta atalaya, mandó patrullas que inspeccionaran por la zona, buscando cualquier rastro de alguna banda que pululara por la zona.

Pasamos la mayor parte del día patrullando, recorriendo las aldeas más cercanas y preguntando a los campesinos si habían visto algo.

Al final, tras pasar todo el día de patrulla, por orden de mi esposo regresé a la Torre del Cernícalo, para que descansara un poco.

Los nervios me habían impedido dormir la noche anterior, y por ello Robb pensaba que lo mejor sería que intentara dormir, para que no desfalleciera por el agotamiento.

Pero aunque traté de dormir, me fue imposible, pues a pesar de mi agotamiento, tanto físico como mental, la angustia y temor que sentía eran superiores al cansancio.

Estaba muy preocupada por Carl y por Tessius, pensando en lo que podría estar ocurriendo les ahora mismo.

Ambos eran grandes guerreros, sobre todo Carl, quién era un auténtico soldado, veterano de muchas batallas...

Y Tessius...Tessius era un prodigio, la mejor espada de la Guardia después de Carl y Robb, a pesar de ser tan joven...

Pero en un combate, nunca se sabe lo que podía pasar, e incluso guerreros de élite y soldados veteranos podían encontrar la muerte de mil maneras distintas.

Y eso me hacía temblar, solo de pensar que algo pudiera ocurrirles.

Carl era prácticamente mi hermano, mi única familia de sangre, quién me acogió y cuidó de mí cuando mis padres murieron, siendo yo apenas una niña...

La Reencarnación del Rey de EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora