Libro 2: Capítulo 4

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El verano pasó, y llegó el otoño.

Muchas cosas pasaron en cuatro meses que transcurrieron desde que realicé mi Ritual, y con este, fui reclutado en la Guardia de Elba.

Normalmente, la Guardia entregaba a cada soldado su propio equipo del arsenal, pero yo ya tenía mi propia espada y escudo, regalo de padre.

Y como equipo defensivo, padre encargó para mí una armadura que consistía en un jubón de cuero, sobre una camisa de malla, guantes, brazales y botas.

Y como equipo defensivo, padre encargó para mí una armadura que consistía en un jubón de cuero, sobre una camisa de malla, guantes, brazales y botas

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Era un conjunto ligero, pero que ofrecía un buen nivel de protección sin sacrificar movilidad.

Después de todo, aunque mi cuerpo era fuerte para mí edad, todavía dependía mucho de mi agilidad a la hora de combatir, dada mi aún baja estatura comparado con hombres adultos.

Además, aún no era lo bastante fuerte como para portar una armadura completa de acero en batalla.

Así que esta armadura de cuero reforzada con malla era perfecta para mi.

Al principio, mi deber constó en actividades sencillas:

Instrucción, patrullas por los caminos y la ciudad, escoltar a viajeros y comerciantes, recaudación de impuestos...

Era un trabajo tranquilo la mayor parte del tiempo, lejos de la emocionante vida de un soldado en el campo de batalla...

Pero no me quejé, pues había hecho un juramento, y tenía que cumplir con mi deber.

Además, no esperaba que sirviendo en Elba fuera a pisar un campo de batalla de buenas a primeras, todo a su tiempo...

Lo bueno es que durante este tiempo aumenté mis habilidades de combate aún más, instruido junto a mis compañeros bajo el amparo de padre.

Tras seis años de prácticas y crecimiento, logré adaptar mi cuerpo y aprender el estilo de combate de este mundo.

Y eso, sumado a mi experiencia de mi vida pasada hizo que destacara incluso por encima de la mayoría de mis compañeros.

Solo padre, Bredwyn y los más veteranos de la Guardia podían hacerme frente, lo cual hizo que me ganara el respeto y admiración de mis compañeros.

Aparte de eso, puse en práctica otras habilidades que aprendí de Bredwyn.

Antes ya de entrar en la Guardia, mi tía se empeñó durante estos últimos años en enseñarme varias cosas en las cuales ella era experta.

Básicamente, me enseñó a rastrear la posición y ubicación de los enemigos, siguiendo sus huellas y cualquier rastro que pudiera llevarme a ellos.

Esto fue realmente útil, pues muchos enemigos, como bandidos o bestias, solían esconderse en lugares como bosques, cuevas o montañas, y si aprendía a seguirles el rastro podría encontrarlos fácilmente.

La Reencarnación del Rey de EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora