Zombie-Land

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—Harry, soy Jade.

Se acercó a mí despacio y me inspeccionó con miedo.

Para cuando había vuelto a mis ojos apretó la mandíbula.

—Tú no eres Jade. —Aseguró— Eres un monstruo.

Mi barbilla comenzó a temblar y una lágrima húmeda resbaló sobre mi mejilla.

—Hazza, no...

—¡No me llames así!  No, no tú.

Magnus Payne, que hasta el momento estaba callado observando la escena desde la puerta con su nieto pidió con cautela:

—Por favor, los van a escuchar los vecinos.

—¡Que no nos escuché todo el mundo si quieren!

—¡Harry, es mi vida de la que estamos hablando!

—¿Y en qué momento no estamos hablando de tu vida, “James”?

Apreté los labios en una fina línea.

Sus manos tiritaban, aún tenía esa mirada penetrante que lograba que sienta culpa sin decir palabra.

—Lo siento. —susurré— Quiero vivir.

Si algo más se derrumbó en él, no me lo permitió saber.

—¿Después de todo este tiempo me dejaste creer que estabas muerta? ¿Me dejaste llorarte en silencio? ¿Condenándome a la idea de no verte nunca? ¡Y como si fuera poco, fingiste ser alguien que no eras! ¡Tú sabías quién era yo! ¿Verdad?

Levanté mi vista hacia él.

—No.

—¿No?

No podía dejar de llorar.

—No sé quiénes eran todos ustedes yo... ¿los conocía?

Los Payne se miraron y luego a mí.

—Jade, ¿cómo que no nos recuerdas? —preguntó Liam.

—No, ¿éramos amigos o algo así antes de despertar?

Harry mordió sus labios y ordenó:

—Sube al auto Jade.

—Señorito Styles, no me parece muy prudente que... —comenzó el abuelo.

Pero el chico de ojos verdes le cerró la puerta en la cara y nos dirigimos al automóvil.

Conducimos un buen rato en silencio.

A veces se le hinchaban los ojos y tenía que disimular las lágrimas que caían, mirando para otro lado o limpiándolas rápidamente.

Frenó el coche en frente del lugar que me había mostrado la otra vez, ese hermoso campo.

—¿Por qué volvimos?

Pero no respondió. Sólo se encaminó hacia los girasoles.

Obviamente lo seguí, serían las dos de la madrugada, tal vez cuatro.

Dobló antes de llegar a las flores, hacia lo que alguna vez fue una casa.

—La estructura está algo vieja, pero ayudará.

Habían unos cuantos muebles con sábanas blancas arriba.

—Esto era el salón principal. Yo te había invitado con otros amigos a quedarte el verano aquí, con mi familia.

Subimos unas escaleras y yo intenté hacer memoria.

—Esta de aquí era tu habitación. ¡Ya sé! Quédate en la cama, vuelvo en un segundo.

The only girl in the world- Jarry StirlwallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora