Welcome to the jungle

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Los ojos de Harry revolotearon alrededor inspeccionando todo hasta que se encontró con los ojos preciosos de Anne y se quedó inmóvil, olvidando por completo que estaba atado a una silla. Su madre hizo contacto visual con él, por un momento pude ver que el brillo que emanaba su expresión daba la impresión que se lanzaría sobre él. Pues lágrimas consiguieron acumularse pero sin dejar escapar ninguna. Ella era el tipo duro ahora.

Apartó el pensamiento volviendo a su mirada habitual, fría y calculadora.

-Mamá...- Harry contuvo el aliento.

Ella apartó la mirada y la dirigió hasta su mano derecha, quién presumía sus elegantes tres hileras de medallas en su desalineada camisa azul. El pelo rubio de esa adolescente iba suelto de manera que de alguna forma no parecía salvaje oculto en parte por una gorra negra, llevaba unos jeans negros y una remera blanca.

-Joven, por favor lleve al joven Styles. Yo me encargo de ella.

La rubia tomó una navaja que parecía haber sido afilada por los mil demonios y cortó las sogas que esclavizaban las muñecas y piernas de Harry, acto seguido, tomó violentamente su brazo arrastrándolo hasta que lo perdí de vista, aun que no sin antes protestar y luchar.

-¡Jade! ¡Mamá! ¿Qué está pasando? ¡Ayuda!-Antes de desaparecer me vio a los ojos y dijo:-Te llevaré de regreso ¡lo juro!

Apreté los labios intentando no llorar.

Definitivamente no esperaba que esta fuese mi primera impresión con mi suegra.

La señora Cox me liberó a mi también y preguntó si gustaba de un paseo.

Claramente aquél lugar no tenía nada al aire libre, pues sólo había luz artificial y ni una ventana. Las tuberías se encontraban por encima de nuestras cabezas y las muy difíciles de encontrar, motas de polvo danzaban entre nosotras.

Mientras las chicas me seguían con la mirada pude comprender que la única que pasaba los veinte años sería probablemente Anne.

-No somos el enemigo. - Aseguraba mientras caminábamos con paso animado por los estrechos pasillos blanco impecable-. Luchamos por lo que es nuestro.

-¿Y qué vendría a ser eso exactamente?

-Libertad de ser quienes realmente somos. No morir por ello. No mentiré, antes de que nos den por muertas tampoco era muy probable serlo, pero yo creo que el mejor regalo que nos pudo haber dado la vida es la confianza, solamente si lo vale, como todo.

Yo la seguí mientras entraba en una de las infinitas habitaciones.

Un escritorio dorado con una araña arriba a perfecto juego estaba allí.

-Llegaste en buen día, Jade Thirlwall, hoy es mi día favorito del mes. Un perfecto veinticuatro.

-¿Qué significa?

-Quema de corpiños.

-Estas de broma, ¿cierto?

Yo esperaba que fuese un chiste por lo que una sonrisa burlona se asomó en mi cara.

-No.

La sonrisa desapareció. Esa mujer me ponía en duda hasta si respiraba bien.

-A partir de los trece años recibimos el primer sostén, sólo que lo utilizamos para fines alternativos, resulta extrañamente liberador. Pero no soy quien pone las reglas aquí. Bueno, en realidad elijo no siempre hacerlo. Verás, somos trescientas dieciséis féminas olvidadas por la sociedad. Las últimas trescientas dieciséis féminas.

Yo aclaré mi mente y sacudí mi cabeza.

-¿Qué sucederá con los Payne?

-¿Quiénes? Oh, claro, la familia que te cuidaba. Vale, digamos que piensan que tuviste un "Accidente en coche" una pena, te invitaría al funeral, pero los espíritus dan mala espina.

The only girl in the world- Jarry StirlwallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora