Veo que lo conoces

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Narra Jade:
—Harry, te he dicho que hoy tenías que venir a cenar con los Payne.
—Vamos, Jadey, lo que encontré es mucho mejor.
Me quedé inmóvil con mi teléfono celular entre mi oreja y mi hombro mientras buscaba unas pastillas que me habían recetado Magnus y esperaba un taxi.
—A ver, dime que es tan importante que te impide cenar con mi familia.
En la otra línea sonó un suspiro realmente molesto.
—Que va. A eso llegaba. El otro día estaba en la reserva forestal de...
—¿Qué hacías en una reserva forestal? —Espeté.
—Pero que te esperes. Vale, la cosa es que nos queríamos emborrachar tranquilos y...
—Emborrachar, ajá, dentro de una reserva en la que de prohíbe la entrada.
—¡No me juzgues! Bien, pues entramos y yo caí en un agujero.
—¿Y ahora vas a decirme que encontraste el país de las maravillas?
—Tienes un serio problema en interrumpir gente guapa, ¿te lo dijeron?
—No. Nunca.
—Eso es porque hasta entonces no me habías interrumpido. Calladita más bonita ¿eh? —Y acto seguido retomó su historia—. Entonces me había encontrado con... —respiró hondo y lo soltó— cientos de miles de mujeres.
Creí que el alma se me caía a los pies. Entonces tomé con mi mano el celular para escuchar más atentamente.
—Y eso que no te dije la mejor parte. Estaban todas en cápsulas sin conciencia en un liquido rosa. Venga, a qué no es más importante que cenar con los Payne.
—T-te llamo luego ¿vale?
Esperé respuesta y corté. Mierda. Cuando paré el taxi entré a toda prisa.
Ingresé en la parte de detrás dónde quería ir y el vehículo amarillo limón condujo hasta el edificio de Harry. Deposité el dinero y las puertas se abrieron. Salí corriendo mientras Harry hacía lo mismo poniéndose su chaqueta.
Nos encontramos a mitad de camino.
Me tomó por la cintura y me besó rápidamente antes de volver a separarse y terminar de acomodar su abrigo.
—Más vale que corras, no volveré allí en medio de la oscuridad. —Advirtió.
Nos subimos a lo que podría describirse como un auto azul Francia.
—El auto de Louis. Larga historia.
Introdujo la llave en la cerradura y pisó el acelerador a todo lo que daba, su manera de conducir siempre me dio escalofríos.
—¿Sabes? —intentó sacar tema de conversación—. Normalmente escucho canciones de hace mucho. Nada nuevo. Las canciones de ahora son un asco, supongo que faltarán unas lindas musas que inspiren.
Pero no respondí. Mi cabeza iba a mil por hora —casi tanto como suele conducir Harry— y no tenía ganas de hablar.
Al notarlo él negó con la cabeza y subió el volumen donde se podía escuchar claramente a los Black Veil Brides cantando Devil's Choir.  
—F.E.A.R won't steal what burns in you, I'll carry you away from the fire —cantaba Harry.
Al llegar salimos lo más discretamente posible.
Atravesamos plantas, árboles, arbustos, ramas, hojas, bichos y flores haciéndonos paso entre la naturaleza y el destino. Cada paso lograba que mis nervios se acumulen más, y creo que nada me asusta más que explotar. Alguien puede salir lastimado y, la mayoría de las veces, ese alguien soy yo.
Miré a mi derecha dónde mi novio estaba pensativo, con el ceño fruncido, avanzando y apartando ramas para poder llegar.
De un momento a otro se paró en seco y miró en todas direcciones, al darse cuenta que no había nadie  se agacho justo en frente de un árbol de, como mínimo cinco metros de altura, muy delgado.
Apartó unas cuántas hojas secas que funcionaban como alfombra y debajo de ellas había un agujero. Compartimos la misma mirada de preocupación.
Él bajó primero y yo le seguí.
Al caer Harry encendió la linterna que llevaba en su bolsillo.
Caminamos por un estrecho túnel de tierra y al final una misteriosa puerta de madera nos dio la bienvenida.
Mi mano tembló. Se extendió hacia el pomo de ella y lo giró.
La entrada se abrió.
Dejó ver una enorme cueva de tal vez unos setenta metros de ancho e infinitamente largo, por lo cual no podía verse el final.
En cada lado se encontraban en fila cápsulas con tubos en los costados y botones por todos lados, y en el centro unos recipientes de vidrios que además de estar llenos de un espeso líquido fucsia flotaba una persona. Una chica para ser exactos.
Como el suelo del principio estaba más abajo, tuvimos que bajar unas escaleras para empezar a recorrer.
No dejaba de mirar de un lado a otro y las lágrimas se reunían en mis ojos amenazando con escaparse.
Harry siguió caminado y fijó su vista en algo, iba por delante mío.
—¿Jade...? ¿estás bien?
Yo negué con la cabeza y me inspeccionó.
Yo no le devolví el favor.
Me encontraba observando fijamente una cápsula en particular.
Harry miró.
La chica de dentro estaba inconsciente, al igual que las demás, completamente desnuda, dejando al descubierto su piel algo oscura y labios carnosos, cintura de modelo, cabello disparatado y unas pestañas extremadamente largas.
—Jordan. —Declaré.
Harry leyó la inscripción debajo.
—Leigh-Anne Pinnock, 4 de octubre, 1991. Cantidad de veces solicitada: 198271. Cantidad de veces que puede ser solicitada: 198271.
Por encima de ésta inscripción había una cinta roja que decía: agotada, y una etiqueta abajo rezaba:  El viernesde octubre será removida por Robots & CO y se hará lugar para las nuevas iniciadas. Si la criatura despierta sugerimos apretar el botón de pánico.
¿Criatura? ¿Despierta? ¿Pánico? ¿Nuevas iniciadas? Mi cabeza va a estallar.
—Jade. —Me llamó Harry desde la otra pared alumbrando un cartel con unos dibujos y garabatos—. Tienes que ver esto.
Lo inspeccioné pero no comprendí.
—Déjame aclarar. —Tosió y explicó—. Utilizan una dosis de su ADN, entre otras cosas, y lo introducen en un robot con una apariencia similar y así hasta que casi no quede nada de su ADN, por lo que las matan luego. Están como en un trance o algún coma, eso todavía no lo entiendo.
—Es decir que van a matar a la Jordan original este viernes, Harry no podemos no hacer nada.
—No podemos salvar a todos, Jade, no somos héroes.
—Somos tú y yo y eso es suficiente para hacer cualquier cosa.
Puso los ojos en blanco.
—Espero no te equivoques.
Una sonrisa se asomó en mi rostro.
Pero entonces unas manos aplaudiendo se escucharon detrás de nosotros.
—Bravo.
Nos dimos vuelta y un señor de al menos unos cincuenta años se encontraba allí con un ambo blanco y un bastón en mano.
—Felicidades, descubrieron el secreto mejor guardado del gobierno.
—Oye viejo,—trató de tranquilizarlo Hazza— nosotros estamos aquí por error. No pretendíamos nada.
—No hay problema, joven Styles, soy una tumba.
—Disculpe, ¿qué? No estaría entendiendo nada.
—No te culpo Thirlwall. Sí sé quien eres. Pero no soy el mayor de sus problemas ahora.
El señor dio media vuelta y mientras caminaba con su pierna renga dijo:
—Tal vez nos veremos otra vez, cuándo lo descubras.
—¿Descubrir qué? —Exigí saber.
—Solo... Cuida con quien te juntas, nunca sabes en verdad su verdadera identidad o sus intenciones.
Cuando finalizó, siguió su camino perdiéndose en la penumbra.
—Raro... —masculló Harry—. Creo que deberíamos irnos ya.
Estuve de a cuerdo con él y tomé una fotografía del lugar.
Hazza tomó mi mano y salimos tan rápido como nuestras piernas nos lo permitían.
Al llegar a mi casa Harry se despidió con un beso rápido y Liam me recibió con el cabello revuelto.
—¿Qué quieres? Estaba teniendo mi sueño de belleza.
Al explicarle todo mientras tomábamos una taza de té, él pudo comprenderlo.
—¡Jordan! —fue lo único que dijo.
Ella vino rápidamente y preguntó desesperada:
—¿Qué pasa? ¿Todos están bien?
Dirigí mi mirada al suelo, aún estaba algo enfadada por revelar mi secreto.
—¿Quién eres?
—Jordan. De la casa de los Payne. —Oh, genial, ahora, ¿quién eres en verdad?
Ella pareció no entender.
—Jordan —repitió—. De la casa de los Payne.
—Lo que sea, —volvió su vista hacia mí— hay que informarle al abuelo.
Asentí con la cabeza y me levanté.
Mi celular vibró y abrí el mensaje.
Harry Lindo: Bb, nos vemos luego?
James prostituto: No. Sigo enojado contigo por agendarme como prostituto.
Harry lindo: Eh, pero te queda.
√√visto 19:19.
Harry lindo: Era solo un chiste bb.
√√visto 19:20.
Harry lindo: bb?
√visto 19:20.
Harry lindo: Bueno, luego recuerdame cambiarte el nombre.
James prostituto: hecho.
Harry lindo: JAJAJAJAJA te lo creíste?
√√visto 19:21
Harry lindo: ERA UN CHISTE D:
No respondí, iba a dejar que sufra un rato, solo un poco.
Liam había entrado a mi habitación y comenzamos a escuchar música juntos, acostados boca arriba,  ambos en el suelo.
—Jade... —susurró.
—¿Uhum?
—Yo...
Él se incorporó lentamente y yo lo imité mirándolo a los ojos.
—¿Qué pasa, Liam?
—Creo... Creo que no soy gay.
Yo lo miré, eso sólo podía significar que... Oh no.
—Liam, en serio te quiero pero no puede ser —él frunció el ceño—. Amo a Harry.
Me miró intensamente esperando que agregue algo y entonces simplemente se echó a reír.
—¿Qué? —pregunté.
—No estarás pensando que en serio yo... —siguió riendo—. No me gustas tú, Jade, me gusta Jordan.
—Oh... Espera ¿qué? Ella es un...
—Yo sé lo que es Jade, pero en serio no puedo evitar que me guste.
No podía ocultar mi asombro.
—Pero, ¿qué pasará con Zayn?
—Lo intenté, deberás lo hice, pero no siento lo mismo en las citas con él que en los fugaces momentos con ella. Siento... Que el abuelo estará decepcionado de mí. Creo que le agradaba más siendo una diva.
—Nadie dice que no puedas seguir siéndolo.
—¿Tú crees? —sus ojos brillaron.
—Claro, siempre te apoyaremos Liam.
Él sonrió.
—Solo tú sabes cuando sacarme una sonrisa así.
Nos abrazamos y él se separó.
—Hasta mañana.
Se levantó y marchó. Así. Sin más. Sin esperar respuesta.

Cuando volvía del departamento de Harry en donde hicimos nuestra rutina de viernes en la noche, algo de lo más raro sucedió.
Estaba sacando mis llaves para entrar en el coche mientras mi novio me acompañaba, cuando todas las luces se apagaron, el cielo dejó de ser azul, las estrellas dejaron de brillar, los edificios se desplomaron y el mundo desapareció, me veía inmersa en una oscuridad infinita.
Me habían puesto una bolsa de tela en la cabeza. Escuché forcejeos e intenté gritar y escapar con todas mis fuerzas, pero no fue suficiente.
Sentí como me metían en un vehículo que no era el mío y mi corazón palpitaba desenfrenado en mi pecho.
Sentía la adrenalina correr dentro de mi y los sentimientos a flor de piel, estaba atenta a todo lo que ocurría a mi alrededor,la intranquilidad de no poder ver lo que sucedía afecto mis nervios de maneras inimaginables.
Los minutos parecían años, y cuando quise volver a la realidad, me encontraba atada a una silla pegada al suelo, los rostros eran infinitos delante mío y apenas conseguí abrir mis ojos los murmullos comenzaron.  
—La nueva despertó.
—Que raro es.
—¿Cuándo llegó?
—¿Dónde esta la señorita A?
—¿Cuál es su nombre?
—¡Gigi! ¡Ésta es más plana que tú!
—Me gustan sus ojos.
—Pobre, se ve tan cansada...
Miré a mi izquierda dónde Harry seguía inconciente. De repente la habitación quedó sumergida en silencio.
Estas personas eran... ¿mujeres?
—¿Qué les he dicho sobre estar en la habitación de la novicia?
Una muchacha alta y esbelta estaba parada en la entrada,vestida de azul, a juego con sus ojos y contrastando su prolijo pelo rubio.
Las chicas comenzaron a dispersarse hasta desaparecer.
—Alégrate de que la señorita no estaba ocupada. Llegará en un momento.
Al cabo de unos segundos, una segunda figura llegó a la habitación.
Se trataba de una mujer fuerte, de tal vez unos cuarenta y cinco años, cabello marrón y unos penetrantes ojos claros. Era realmente hermosa.
—¿Quién eres?
Ella me inspeccionó con sus ojos y sonrió.
—La señorita A, pero también conocida como Anne Cox. Veo que conociste a mi hijo.



The only girl in the world- Jarry StirlwallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora