Volteó a ver al albino tan salido de sus cabales
-¿Sabes qué es lo divertido de ustedes dos?- sonrió asquerosamente -que son igual de fáciles.
Killua sintió su sangre hervir, pero no podía moverse. Como si algo lo detuviera.
-Bueno, he de aceptar que Gon me es bastante entretenido, pero tu....me eres insaciable- Hisoka se acerco peligrosamente al pequeño, quien no supo reaccionar -Pude haber elegido a Gon, pero siéntete de suerte. No solo halagado si no también bien por que no le voy a hacer nada a tu "amiguito".
Killua se alejo, retrocedio hasta tocar la pared.
-Por que, piénsalo bien. Si hubiera amenazado a Gon contigo el se hubiera dejado, dejado de hasta hacerlo mío completamente, ¿entiendes? Entonces, dime, ¿quieres que Gon pierda esa inocencia?.
Entendía lo que el monstruo le estaba diciendo, palabras vagas que no llevaban a nada pero entendía perfectamente que le estaba pidiendo.
Si no se dejaba hacer todo lo que el mayor quería, iba a ir por Gon.
Killua destrozado mira al suelo, varias emociones lo estaban consumiendo. Emociones contradictorias que le decían que no importaba nadie más que el, que él debía salvarse y dejar a su suerte a Gon. Sin embargo, otras le decía que debía salvar a Gon cueste lo que cueste y que Gon haría lo mismo si se encontraba en esa posición.
Estaba entre la espada y la pared, no quería volver a pasar por lo mismo, no otra vez. No quería volver a sentirse sucio.-Y-yo....- Titubeó. Juraba que si no fuera por que estaba paralizado del miedo estaría llorando.
Mientras tanto nuestro querido rubio se encontraba por los pasillos de su nivel. Su profesor de la tercera hora no había llegado aún.
-¿Y?, ¿podemos saber dónde estan los malditos escarlatas?- Escuchó a alquien decir,
la voz provenía de una oficina, una oficina que no sabía exactamente de quién era.Le llamó la atención y pego sus oídos a la puerta para escuchar más. "Escarlata", era como algunos antes se referían a su familia, ¿el por qué?. Bueno ellos acostumbraban a llevar siempre accesorios escarlatas, todo tipo de piedras semipreciosas de este color rojo intenso, y en especial llevaban rubíes.
Lo único de este estilo que pudo recuperar Kurapika fueron unos aretes, de un granate intenso.-Mierda...no creo que todos hayan muerto, tengo este presentimiento de que aunque sea una cucharada de ese clan Kurta sigue com vida. ¡Tenemos que encontrarlos!, si no nos llevará la mierda.
Kurapika se quedo quieto, paralizado. No sabía de que forma procesar esa información, le tomo tan de sorpresa. Una rabia empezó a surgir, una rabia que no sabía de donde era. Sus sentimientos actuaron más rápido que su cabeza que aún no podia enterder que estaba pasando y lo primero que pensó fue:
"¿Hay familia viva?"
Y es que, sonará tonto pero esa opción la descarto hace mucho tiempo. Cuando entendió lo envenenante que podía ser la esperanza. Prefirió aceptar que el era el único en seguir vivo, que a aferrarse a una mínima posibilidad de encontrar a alguien más.
"¿Y si?...¿yo soy el que buscaban?"
Esa idea lo empezó a atormentar, "¡¿Cómo?!, ¡no es posible!, ¡yo supe esconderme bien!, ¿cómo me encontraron?...".
Kurapika era un mar de emociones distintas y opuestas que lo ahogaban. Se alejo de esa puerta. Pero algo que no se le ocurría le paso por la mente calmándolo inmediatamente.
"Acaso...ese pendejo sabe algo de los Kurta. ¿Tiene algo que ver conmigo?, ¿con mi familia? lo mataré, lo mataré. Un idiota de este colegio, que mató a mi familia tan cerca de mi, ¿cómo no me di cuenta?"
Kurapika recubero la cordura, pero la ira lo invadió, estaba dispuesto a hacer lo que sea. Pero un grito familiar interrumpio esos pensamientos.
-¡BASTA, YA!, ¡ALÉJATE!
Una voz familiar.
-¿Killua?...¡Killua!- el rubio corrió lo más rápido que pudo a dónde escucho la voz, la sentía tan lejos pero a la vez tan cerca -¡Killua!, ¡¿dónde estás?!.
El miedo de perder a más familia hizo flaquear a Kurapika, el miedo de perder a alguien que considerabla su familia luego de prometerse protegerlos le iba a doler mucho, se iba a sentir débil, cobarde, inútil y sobre todo culpable.
El pelirrojo pasaba sus manos por todo el cuerpo del pequeño albino, manoseando cada parte de el.
-¡NO ME TOQUES!- gritaba desgarrando mucho su voz, esas lagrimas que no habían salido hace mucho tiempo, tocaban nuevamente sus mejillas y labios.
Killua forcejeaba pero era grande la diferencia de fuerza, y más cuando el mayor se le notaba un poco que iba al gym.
Ese niño que le habían enseñado a como defenderse desde pequeño, todos los combates y artes marciales posibles se quedo indefenso ante el monstruo que lo estaba ensuciando de nuevo.Esas lágrimas cristalinas que escurrían hasta su barbilla con sentimientos desgarradores, el llanto del albino. Hisoka removio sus labios, le encantaba ver tan indefenso y débil a ese niño que se hacía pasar por un chido rudo. Le encantaba tener dominado a ese gato salvaje.
Sus manos se escurrían como serpientes sobre su ropa, y la respuesta a cada forcejeo era apretar sus hombres, jalar su pelo, presionar sus muñecas, pellizcar sus piernas.
-¡Dejame!- La voz de Killua se iba apagando poco a poco.
-¡¡Killua!!, ¡Killu!, ¡¿dónde estas?!- el rubio estaba desesperado por engontrar a su amigo.
-¡Ya!.
Los gritos se hacían más imperceptibles pero estaban más cerca. Era un momento decisivo para el Kurta, apurarse y encontrar ahora a Killua o si no, esos gritos iban a cesar.
La primera persona en aprisionar esos labios fríos y agrios. Una forma muy efectiva de callar sus gritos.
-¡Killua!- se oyeron gritos desde afuera.
-Mierda- el pelirrojo volteó a ver a la puerta y con sus manos apreto los labios del albino. Quién tenía lagrimas dispersadas por toda su cara y con los ojos rojos.
Killua seguía llorando, sollozos ahogados pero fuertes para que el Kurta los escuchara.
-¡Killua!, ¡¿estás aquí?!, ¡abreme! ¡Killua!- Intento jalar esa manija una y otra vez, al ver que nadie respondía más que esos sollozos silenciosos empezó a golpear la puerta.
-Uhh, el famoso aspirante de Chrollo, ¿qué tu y Chrollo no hacen esto también?.
-¡¿Hisoka?!, ¡Idiota!, ¡¿de qué mierda hablas?!, ¡¿qué carajo le haces a Killua?!- Ante la rabia empezó a golpear más duro y a patear la puerta -¡Abreme pendejo!, ¡iré a buscar al director cabron, y le diré la mierda que haces!, ¡pedofilo de mierda!
Alguien abrió la puerta.
Diganme si tengo faltas de ortografía, damn 🔥🔥🔥
ESTÁS LEYENDO
𝘊𝘢𝘳𝘪𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘪𝘷𝘢𝘴 [ʜxʜ]
Teen FictionSe sentía asqueado cada vez que ese monstruo pasaba sus manos, profanando su cuerpo frágil y delicado. Ese monstruo que le tenía que decir "profesor" ¿Mi familia sigue viva?, ¿un pobre rubio con el corazón destrozado podrá cumplir por fin su venganz...